En algunas horas más, José Antonio Kast será el triunfador en la segunda vuelta y con ello se transformará en el presidente electo. Pese a la holgura que le dan las encuestas siempre hay un cierto resquemor al escribir basado en un hecho que aún no ha ocurrido, pero me animo a hacerlo pues si hubiese un terremoto político y la militante comunista Jeannette Jara fuese la elegida, la última preocupación de los chilenos será el desacierto total de este columnista dominical. Los mercados hundiéndose, el dólar disparándose y el perro matapacos moviendo la cola opacarían por mucho mis problemas de autoestima.
Entre la diferencia que se proyecta y el voto obligatorio JAK será muy probablemente el presidente elegido con mayor votación popular de la historia de Chile. Un respaldo político importante que se debe usar adecuadamente. Y lo primero de ese uso adecuado es reconocer que buena parte de los votos vendrán de otras candidaturas de primera vuelta y por tanto son más un anti voto - dada la alternativa al frente - que un sufragio entusiasmado por el líder republicano.
Puede que no haya mucho entusiasmo, pero sí se percibe ilusión. Ilusión que las cosas cambien y Chile se enderece. Ese anhelo no surge de la nada pues ha sido sembrado con habilidad, pero también con temeridad por JAK y su entorno. Resolver los problemas de incremento de la delincuencia, devolver al país la capacidad de crecer y enfrentar a la inmigración irregular son todos temas acuciantes, pero de alta complejidad técnica y donde no hay atajos, sin dolor no se resuelven. Hasta ahora mucho titular, mucho nombre rimbombante -Plan Siete Galaxias y Más Allá- y poca sustancia.
Estábamos en campaña - dirá usted - y los detalles técnicos no le importan a nadie como ha quedado largamente demostrado, ya llegará la hora de ponerse serios y gobernar. Es un argumento válido, pero no deja de generar preocupación. Ya tuvimos la experiencia del segundo gobierno de Sebastián Piñera y sus Tiempos Mejores donde existió una alta expectativa de la ciudadanía de recuperar el crecimiento y con ello los empleos y mejores salarios que habían experimentado en Piñera I. Ya nos quisiéramos hoy día el crecimiento de Piñera II, pero en ese momento todo era más lento de lo esperado – los tiempos no eran tanto mejores - y rápidamente se produjo una fuerte frustración en la población que todos sabemos como terminó.
Desde marzo Kast corre ese riesgo si se percibe que el Plan Siete Galaxias y Más Allá no está produciendo los efectos esperados. Es claro que una gran cantidad de chilenos están dispuestos a darle una oportunidad a la derecha, lo hicieron dos veces con Piñera y lo harán ahora con JAK. Pero lo que el ganador no debe olvidar es que cuando la ciudadanía vota por la derecha no anda detrás de un sueño ni de conceptos etéreos; la ciudadanía está contratando a Kast para que solucione una serie de problemas concretos como antes contrató a Piñera para que resolviera otros. Como buen contratado uno le da un tiempo para que sepa dónde queda la fotocopiadora y la máquina del café antes de exigirle resultados, pero eso dura poco.