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Columnistas

Dibujemos un futuro con el corazón de El Principito

Leonardo Ljubetic Gerente División Desarrollo Copec Daniel Daccarett COfundador de emprende tu mente

Por: Equipo DF

Publicado: Miércoles 26 de noviembre de 2025 a las 04:00 hrs.

A menudo nuestro país tiende a convertirse en ese planeta habitado solo por “personas mayores”, que describe Antoine de Saint-Exupéry en boca de su pequeño viajero. Un lugar en que sus habitantes están obsesionadas con lo inmediato, las cifras y el éxito superfluo, olvidando la herramienta más poderosa para el progreso: la curiosidad.

Las “personas mayores” han olvidado el asombro y muchas veces actúan de manera poco reflexiva, tienden a medir la inmensidad en lugar de contemplarla, y rara vez se preguntan por la esencia de las cosas, por su verdadero propósito, ese que se construye día a día y da sentido a la vida.

“En cualquier actividad, como en los negocios y en las políticas públicas, lo esencial no está en lo evidente ni en lo superficial, no está en la ‘hoja de cálculo’, sino en la capacidad de conectar con las necesidades humanas reales, de construir desde y para las personas”.

Para innovar y generar un crecimiento económico real, necesitamos recuperar urgentemente la mirada del niño. Esa mirada libre de prejuicios que, ante un dibujo de trazo simple, no ve un sombrero, sino una boa digiriendo a un elefante. El emprendedor con alma de Principito es aquel capaz de mirar la realidad y cuestionar su status quo. Y descubrir, donde muchos ven un “sombrero” (un problema sin solución, una industria estancada o un límite imposible), una oportunidad gigante escondida en su interior.

Emprender es, ante todo, un ejercicio de imaginación y rebeldía contra lo establecido. Porque, tal como aprendió el Principito en su último viaje, “lo que embellece al desierto es que esconde un pozo en cualquier parte”. El emprendimiento se trata justamente de eso, de encontrar agua fresca donde otros solo ven sólo arena.

Pero esto requiere una mirada de largo plazo; un bien escaso en la era de la inmediatez. La innovación no es magia, es un proceso que conlleva paciencia, perseverancia, pasión y prudencia –las 4 P del emprendimiento-. Como nos dice el libro: “Tendré que soportar dos o tres orugas si quiero conocer a las mariposas”. Quien busca el éxito instantáneo, ese unicornio tan codiciado, pero que carece de propósito genuino, y no está dispuesto a transitar la incertidumbre, los errores y los prototipos fallidos (las orugas), jamás verá volar la mariposa del desarrollo.

Una sociedad que se obsesiona con castigar el error, que se queda en el cortoplacismo, que no tolera las “orugas”, está condenada a no progresar. Las grandes transformaciones son aquellas que se formulan con liderazgo, con ambición, que convocan, y que se abordan no porque sean fáciles o no haya riesgos, sino que justamente porque son difíciles. “Solo quien sueña con sentido puede crear algo que deje huella”.

El crecimiento económico sostenible no vendrá de repetir lo mismo esperando que algo cambie. Llegará de aquellos líderes, políticos, empresarios y emprendedores que, libres de prejuicios y suposiciones, se pregunten “¿y por qué no?”, “¿si no soy yo quién?”, “¿si no es ahora cuándo?”.

No olvidemos el secreto del zorro: “No se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”.

En cualquier actividad, como en los negocios y en las políticas públicas, lo esencial no está en lo evidente ni en lo superficial, no está en la “hoja de cálculo”, sino en la capacidad de conectar con las necesidades humanas reales, de construir desde y para las personas. No se trata de “acumular estrellas para poseerlas”, como el hombre de negocios que contaba sin parar, sino de crear lazos, de aportar valor genuino y de “cuidar nuestra rosa”, esa misión única que hace que nuestro proyecto sea diferente a los otros. Porque al final “eres responsable para siempre de lo que has domesticado”.

Como diría el Principito, no dejemos que la mirada grave de las “personas mayores” aplaste nuestra capacidad de asombro; miremos con curiosidad, atrevámonos a cuestionar lo establecido, con respeto, buenas ideas y buenos fundamentos. Construyamos puentes donde otros solo ven muros.

Tal como promovemos junto al Principito en nuestro nuevo libro, “Rumbo Emprender: Dos caminos, mismo destino”, la invitación es clara: pongamos la mirada en el largo plazo y construyamos un propósito común que proyecte el futuro desde nuestras raíces.

En este camino, protejamos el pilar fundamental de nuestra sociedad: la familia. Elijamos avanzar con convicción y desde el corazón. Así, al final del día, cuando miremos al cielo, sentiremos que “todas las estrellas se ríen con nosotros”, sabiendo que hemos dejado una huella con sentido.

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