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Columnistas

La carrera espacial, una apuesta estratégica para el próximo Gobierno

FERNANDA SOZA Directora Ejecutiva de Chile Massachusetts Alliance VALENTINA RODRÍGUEZ Directora del Programa Consejo Chile California EDUARDO BENDEK SETI/NASA Ames Research Center

Por: Equipo DF

Publicado: Miércoles 17 de diciembre de 2025 a las 04:00 hrs.

Chile enfrenta hoy una oportunidad estratégica, sin precedentes, para expandir las capacidades que abrió el Sistema Nacional Satelital (SNSat) y dar un salto decisivo hacia la nueva carrera espacial. El país está en condiciones de convertirse no solo en usuario de tecnología espacial, sino en actor capaz de generar conocimiento, innovación y desarrollo tecnológico desde su propio territorio.

En un mundo donde los satélites son esenciales para la ciencia, la seguridad, la salud, la agricultura, las comunicaciones y la economía digital, la combinación de posición geográfica y conexiones con polos globales de innovación ofrece un potencial que ningún otro país sudamericano ha logrado consolidar a escala.

“Desde Magallanes, como plataforma natural para órbitas polares, y Atacama, como territorio ideal para innovación experimental, Chile puede aportar soluciones que impacten al planeta. No proponemos construir cohetes, sino que el próximo Gobierno impulse estudios de prefactibilidad para evaluar un puerto espacial en Chile, y que convoque a una mesa público–privada e internacional”.

Entre 2025 y 2035 se lanzarán más de 24.500 satélites, siete veces más que en la década pasada. Para 2035, la industria espacial global bordeará los US$ 2 billones (millón de millones), casi 20 veces el Presupuesto nacional proyectado para 2025. Y aunque países como Brasil cuentan con infraestructura de lanzamiento, ninguno en la región ha desarrollado un puerto espacial orientado a misiones polares de manera regular y comercial.

Perú ya avanza con un puerto espacial en Talara (Piura) -para lanzamientos ecuatoriales, con apoyo de la NASA y la Fuerza Espacial de EEUU -cuyo primer despegue se proyecta en tres años, con una inversión cercana a US$ 270 millones-. Su ventaja es geográfica: la cercanía al Ecuador. La ventaja de Chile es distinta, y complementaria: la posibilidad única de realizar lanzamientos hacia órbitas polares desde Magallanes, ideales para observación terrestre, monitoreo climático, constelaciones de comunicaciones y gestión ambiental de precisión.

De forma paralela, Chile podría desarrollar en Atacama un polo experimental para tecnologías espaciales emergentes, como plataformas de lanzamiento cinético o sistemas de aceleración electromagnética (railguns). Aunque estas tecnologías aún no permiten poner satélites en órbita, sí permiten ensayos atmosféricos, pruebas de alta velocidad para cargas pequeñas y desarrollo dual civil–defensa. De este modo, Magallanes podría convertirse en plataforma de lanzamiento orbital, mientras Atacama se posiciona como laboratorio de innovación avanzada: dos territorios complementarios al servicio de una estrategia espacial nacional.

A diferencia de la carrera espacial del siglo XX, hoy el impulso económico proviene mayoritariamente del sector privado. El rol del Estado ya no es financiar toda la infraestructura, sino activar la fase inicial: liderar estudios de factibilidad técnica y económica, modernizar la regulación y crear condiciones para que empresas nacionales e internacionales inviertan y escalen. Así surgió gran parte de la industria espacial contemporánea, con políticas públicas que habilitaron proyectos que luego fueron desarrollados por empresas como SpaceX en Estados Unidos o Rocket Lab en Nueva Zelanda, reduciendo costos y acelerando la innovación. Incluso si la etapa exploratoria requiere inversión pública, el retorno potencial -económico, científico y estratégico- es significativo.

No proponemos que Chile construya cohetes, sino que defina una visión país. Que el próximo Gobierno impulse estudios de prefactibilidad para evaluar un puerto espacial en Chile, y que convoque una mesa público–privada e internacional donde participen universidades, startups tecnológicas, Fuerzas Armadas, industria y socios globales. Desde ChileMass (Boston) y el Consejo Chile–California (San Francisco), instalados en polos globales de innovación, estamos trabajando para que este tema ingrese a la agenda nacional y nos ponemos a disposición para liderar la articulación técnica e internacional que un proyecto de este tipo requiere.

Australia, Nueva Zelanda, Escocia y Portugal ya avanzan en infraestructura espacial y tecnologías asociadas. La pregunta para Chile no es si tenemos la capacidad, sino si estamos dispuestos a aprovechar el potencial estratégico de nuestra geografía, ciencia y talento.

Desde Magallanes, como plataforma natural para órbitas polares, y desde Atacama, como territorio ideal para innovación experimental, Chile puede aportar -desde el hemisferio sur- soluciones que impacten al planeta.

Hoy, Chile observa el universo. Es momento de comenzar a proyectarlo.

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