Samuel Rosenberg, arquitecto, lleva 50 años casado con Sarika Rodrik (con quien tiene dos hijas), diseñadora y dueña de la tienda que esta semana sufrió dos asaltos armados. Pese a que ella está a la cabeza del negocio, él confiesa estar “muy comprometido con el negocio familiar”.
De hecho, se define a sí mismo como el “segundo a bordo”. Cuenta que se siente “muy afectado” por los hechos recientes: “Después de dos violentos asaltos, vemos y sentimos lo que es la violencia, el terrorismo y que esto no solo les pasa a los otros, sino que les está pasando a todos y a plena luz del día”.
“Sarika lleva la moda en la sangre”, menciona Rosenberg, razón por la cual decidió invertir en vestuario en una época en la que existían contadas boutiques de lujo de Chile. La tienda de trajes y accesorios de lujo que creó su mujer en 1982 –y que lleva el nombre de la diseñadora–, ubicada en la comuna de Las Condes, sufrió esta semana –el sábado 23 y el miércoles 27 de abril– robos en el local.
Según revela Rosenberg, tras el primer asalto tomaron la decisión de mejorar la seguridad del local, situación que no pudo concretarse por la prontitud del segundo ilícito. “Ahora, abriremos una vez que la tienda tenga todo el equipamiento nuevo”, señala.
En cuanto a lo sustraído, el arquitecto menciona que se llevaron la ropa de hombre del tercer y cuarto piso. “Tomaron todo lo que no se llevaron en el primer asalto”, explica.
Según información de la PDI, en el primer atraco robaron mercancía avaluada en $400 millones, mientras que en el segundo la cifra asciende a más de $100 millones.
Ambos eventos han sido un duro golpe a las finanzas de la empresa, que ya venía con problemas desde la crisis de 2019.
“El estallido social dejó los números en rojo. Dos años de pandemia, los números también rojos. Se compró menos mercadería, estábamos partiendo la temporada y nos robaron lo más comercial y gran parte de nuestra inversión. Tomamos el crédito Covid-19, que aún estamos pagando. También estamos pagando la mercadería de verano que llega ahora en junio, pero no sé cómo lo vamos a hacer. ¿Con otro crédito?”, se pregunta.
Aunque el arquitecto es reticente a comentar sobre las ganancias de la tienda en la época previa al estallido, sí menciona que no han vuelto a ver números similares. En pandemia, la tienda estuvo cerrada durante ocho meses pagando sueldos completos, lo que provocó, dice, “un periodo funesto. Estuvimos a punto de cerrar”.
Rosenberg agrega: “Tenemos una crítica profunda a los gobiernos anteriores, que dejaron a Carabineros y a las instituciones sin poder. Tenemos una crítica a los fiscales y a los jueces. Tenemos una crítica a la ley que dice que lugar deshabitado casi no es delito. Los municipios no tienen facultades. Los guardias de la municipalidad no tienen ni armas. Y los únicos que pueden disparar y quedar libres son los delincuentes”.
Sobre el paradero de la ropa robada, la familia sostiene que probablemente se encuentre en el extranjero. A pesar de todo, tienen la esperanza de que la investigación llegue a buen puerto y se pueda dar con el paradero de los antisociales. Rosenberg es enfático: “No existe el crimen perfecto”.
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