El ánimo electoral en el Partido Socialista no es de los mejores. Existe una sensación generalizada de que las cuentas de la colectividad el 19 de noviembre dejarían en rojo la gestión del timonel Álvaro Elizalde, ya que no sólo se corre el riesgo cada vez más verosímil de perder el gobierno, sino que la elección parlamentaria redundaría en una merma considerable de la bancada de senadores de la tienda.
Aunque públicamente en el PS intentan mantener la moral en alto, lo cierto es que el escenario no está fácil. De hecho, los cálculos que se hacen es que con la elección de diputados, el partido podría “salvar los muebles”, pero eso no sería suficiente para evitar una dura disputa interna que obligue a Elizalde a responder por las decisiones asumidas durante lo que va de su mandato. Ello, pese a que algunos reconocen que el actual presidente de la tienda representa sólo ha sido la continuidad de las políticas implementadas por su predecesora, la senadora Isabel Allende.
Los detractores de Elizalde admiten que el 19 de noviembre será el momento en que el timonel tendrá que “dar muchas explicaciones”, sobre todo si se pierden muchos de los candidatos a la Cámara Alta, la mayoría de ellos figuras emblemáticas del partido, como son la propia Allende, Camilo Escalona o José Miguel Insulza.
La mala gestión que se le acusa al timonel no sólo viene de parte de quienes insisten que se tomó una mala decisión al no realizar primarias internas para elegir a su candidato presidencial o por la forma cómo se generó la bajada del expresidente Ricardo Lagos, sino también porque no ha sabido –dicen- superar las crisis producidas durante la campaña.
Con ello apuntan particularmente al “papelón” suscitado en Atacama. En el partido se comenta que no tuvo liderazgo para evitar el desbande de los militantes en la zona y para hacer respetar el acuerdo de apoyo recíproco con el Partido Comunista (PC), que a cambio del respaldo PS a su candidato al Senado, el actual diputado Lautaro Carmona, el PC apuntalaría las cartas socialistas en Arica, El Maule, Valparaíso y Aysén.
Adicionalmente, se cuestiona el hecho de que tras esta campaña el PS podría terminar con sus arcas muy disminuidas y sin logros electorales que avalen la alta inversión. En este contexto, surge la queja acerca del aporte económico que el partido hizo a las cartas senatoriales, en que –según los datos del Servel al 13 de octubre- Elizalde figura como el segundo aspirante a la Cámara Alta con mayor aporte ($ 70 millones), después de Allende y muy lejos de Insulza y Escalona.
El reparo pasa también por el hecho de que es la directiva la que tomó la determinación de cuánto y a quienes aportar bajo ciertos parámetros y, aunque en el partido sostienen que Elizalde no estuvo en la reunión donde se tomó esa decisión, en las filas socialistas advierten que es imposible que el timonel desconociera el proceso, lo que es una desventaja considerando que es incumbente por ser candidato.
Cambio de eje
Pero hay otro tema que preocupa a un pequeño sector del partido que preferiría evitar la crisis que se produciría si ese cercano 19 de noviembre se concreta la noche de los cuchillos largos para Elizalde y se le pasa la cuenta.
La inquietud tiene que ver con que en el caso de perder la presidencial y tener una mala performance en senadores, el PS perderá definitivamente el rol articulador que había desempeñado al interior del bloque oficialista; por lo que pasarle la factura al timonel sólo contribuiría a empeorar la situación interna.
Algunas figuras del PS están analizando el tema hace tiempo y estiman que esta mala gestión, heredada de la realizada por Isabel Allende y que podría redundar en un mal resultado electoral, no haría más que ceder el rol histórico del partido al PPD, que según algunas cuentas de los socialistas podría mejorar sustancialmente su representación en la Cámara Alta, dejando disminuido al PS a su mínima expresión política. Esta tesis podría salvar al timonel.
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