Tras seis meses alejado de la vida pública, su salida del gobierno la explica como “una decisión de orden político-técnico, por lo que estaba pasando con el transporte público”. Ese 15 de enero, cuando Sebastián Piñera hizo su primer ajuste ministerial, el hasta entonces titular de Transportes y Telecomunicaciones, Felipe Morandé, pensó “hasta aquí llego desde el punto de vista de mi incursión política y de ahora en adelante voy a dedicarme a hacer cuestiones privadas”, dice. Y así lo hizo.
El economista y académico del instituto IEDE centró sus actividades en la incorporación a diversos directorios -actualmente integra las mesas de Ripley, Celfin, BCI Asesorías Financieras y de la estatal Enap- y, en esa misma línea, ya se encuentra definiendo sus próximos pasos como independiente, lo que incluye levantar, junto a otros socios economistas y abogados, su propia consultora. Aunque aún no sabe cuándo lo hará, sí tiene claro que será tratará de asesorías en temas tributarios y de libre competencia, además de telecomunicaciones, con la experiencia que le dejaron sus 10 meses en esa industria.
- ¿Cuál es el balance de su gestión en el ministerio?
- Es positivo. Pese a lo que pudiera pensarse, en ese tiempo que estuve hicimos hartas cosas, particularmente en Telecomunicaciones y eso no es menor. Me fui con gusto a harto en ese sentido, porque en 10 meses sentamos las bases para hacer un gran cambio en telecomunicaciones. Hicimos todo un programa que se estableció el año pasado y se ha ido implementando éste.
- ¿Y cuáles fueron estas “cosas” en concreto?
- Me hubiese gustado haber estado más encima del proyecto de Televisión Digital, porque es un tema que me gusta. Pero se aprobaron cuatro leyes: primero la de neutralidad en la red, que ya está operativa; después la de portabilidad numérica, que es una cuestión fundamental para la competencia de la industria hoy; la ley que elimina la larga distancia nacional en un plazo de tres años, que ya está caminando; y la ley de emergencia y reconstrucción en telecomunicaciones tras el terremoto, que permitió licitar el sistema de alerta temprana y que facilitó el ingreso de una nueva figura de empresa, el operador de infraestructura.
Sobre competencia y calidad de servicio
- Esto último sentó precedente para un nuevo negocio en Chile, ¿qué debiera pasar en esa línea?
- Hoy es un tema muy relevante para la discusión que está teniendo lugar con la Ley de Antenas. La idea de tener operadores de infraestructura -que, entre otras cosas ,operan torres-, es que se haga colocalización, porque es parte de su negocio, y que en el fondo la industria -que aquí se desarrolló integrada verticalmente- termine separando lo que es la operación del servicio de la operación de la infraestructura. Con esto, la proliferación de antenas se va a ver reducida. Lo que yo veo es que los operadores de infraestructura van a seguir ganando terreno y para las empresas que hoy tienen infraestructura va a ser atractivo eventualmente venderla, porque con eso van a conseguir mucha caja para hacer inversiones en cosas que hoy son más pertinentes, como su estrategia comercial, su cobertura y la calidad del servicio.
- Se piensa que la portabilidad llegará a impulsar esto también.
- Con portabilidad, además de implementarse los sistemas, las empresas también van a cambiar sus propias formas de operar, porque ya no van a manejar números sino que básicamente el servicio. Por esto, va a generar un cambio bien importante en la calidad de ese servicio. La gente tiene menos apetito de cambiarse de compañía, cuando con portabilidad el servicio va mejorando. Lo importante es que haya esa amenaza, que esté esa posibilidad.
- ¿Para que exista mayor competencia, finalmente?
- Particularmente en telefónia móvil uno podría decir que ya hay un grado de competencia interesante, pero que puede ser todavía mucho mayor. El desarrollo de la banda ancha, por ejemplo, es algo que tiene que ver con esto mismo, pero hoy si quieres banda ancha, lo más probable es que también termines comprando teléfono fijo y cable, que a lo mejor no te interesan tanto, pero porque quizás te sale más barato.
- En esa línea, ¿cómo debiera evolucionar la actual discusión sobre paquetización?
- No es sensato que toda la oferta vaya empaquetada de esta manera y que los productos individuales sean muy caros. Yo creo que por ahí va a apuntar el TDLC. Es decir, forzar a las empresas a que tengan una oferta amplia de servicios desempaquetados, sin perjuicio de que también puedan venderlos empaquetados, porque si compras tres servicios en vez de uno, es perfectamente válido un descuento. Ahora, hay desarrollos tecnológicos recientes que facilitan que se ofrezcan productos individuales, como la banda ancha móvil, porque puedes contratar nada más que este servicio, y viene el teléfono incluido si usas algún software especial y, probablemente, no necesites al cable, porque puedes ya ver televisión online.
Transantiago: la tormenta perfecta
- Cuando asumió el ministro Errázuriz el presidente lo llamó a “arreglar de una vez por todas” el Transantiago. ¿Usted cree que pudo haber hecho más?
- El Transantiago parecía la tormenta perfecta: había que disminuir su costo y aumentar sus ingresos para disminuir un déficit gigante, que tiene todavía. También hay que reducir la evasión y además hacer que la gente lo quiera. ¿Cómo haces que eso suceda si hay que reducir los costos y aumentar los ingresos contra tarifa?
- ¿Se ha encaminado la situación?
- Todo eso hay que hacerlo aplicando aumento de tarifas, combinando reducción de costos por la vía de renegociar los contratos, cosa que está en proceso ahora. Una vez hecho eso, más la ampliación de las líneas de Metro, ir consolidando un sistema más amistoso y con un mejor diseño. Todo el Transantiago estaba mal hecho, de principio a fin.
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