Sin guardaespaldas o ningún otro tipo de seguridad, y atravesando una multitud de personas que coreaban su nombre, el presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, llegó ayer al Palacio Nacional para reunirse, por primera vez desde que ganó las elecciones, con quien le entregará el poder el 1 de diciembre: el actual mandatario de la segunda mayor economía de Latinoamérica, Enrique Peña Nieto.
En el encuentro privado, el primero de tres que están programados durante los meses previos al cambio de gobierno, ambas autoridades discutieron la negociación que el país tiene abierta con su mayor socio comercial, Estados Unidos, además de temas internos, como el presupuesto para 2019 y las acciones pendientes en materia de seguridad.
“Fue un encuentro cordial, amistoso, importante”, manifestó el futuro presidente mexicano. Aunque dio pocos detalles del contenido de la conversación de cerca de una hora, sí confirmó que Peña Nieto lo invitó a la próxima cumbre de la Alianza del Pacífico, el 24 de julio en Puerto Vallarta. “Y yo acepté”, manifestó. “Esperemos que para entonces ya sea presidente electo”.
Mientras espera que el Tribunal Electoral lo declare oficialmente vencedor, AMLO se prepara para asumir el liderazgo del oficialismo más poderoso en décadas. Durante su mandato, el presidente contará con un mayoría en ambas cámaras. Pero la heterogeneidad de su coalición podría jugarle en contra: deberá equilibrar los intereses de izquierda de su Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y del Partido de los Trabajadores con los del Partido de Encuentro Social (PES), de centroderecha y origen evangélico.
Los ojos en Washington
De todos modos, las miradas de los inversionistas apuntaban a la relación que el mandatario electo tendrá con su vecino del norte, con el cual renegocia el tratado de libre comercio que reúne a ambos países y a Canadá, el llamado Nafta. AMLO ha sido un duro crítico de Donald Trump y los inversionistas temen que un conflicto golpee el comercio entre ambos países.
Pero ayer el presidente electo intentó calmar los ánimos. Tras reunirse con su antecesor, prometió continuidad en los diálogos al señalar que “el equipo negociador no lo ha hecho mal. Vamos a ayudar en este tiempo con un equipo que va a informarse de lo avanzado y de lo que deba hacerse para lograr la firma” del Nafta.
Agregó: “Vamos a ponernos de acuerdo para que el equipo que ha llevado a cabo este proceso se mantenga y podamos, con técnicos y especialistas, acompañar este proceso siempre respaldando al gobierno”.
Sus palabras dieron pie al optimismo, especialmente tras conocerse la noticia de que AMLO había hablado por teléfono con el presidente de EEUU, Donald Trump, el lunes, abriendo la puerta a que la relación sea menos conflictiva de lo esperado.
El peso mexicano se recuperó ayer, llegando a subir 2,5% frente a la moneda estadounidense: mientras el lunes, tras conocerse resultados electorales preliminares, llegó a cotizarse en 20,20 unidades por dólar, ayer se apreció hasta las 19,4617. La bolsa mexicana avanzó 0,86%.
“La noticia de la llamada entre AMLO y Trump y los comentarios sobre política económica pueden haberle dado algo de paz al mercado”, dijo a Bloomberg Jesús López, analista de Banco Base en Monterrey.
Los primeros acercamientos oficiales del gobierno de AMLO con la Casa Blanca comenzarán en dos semanas, cuando el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, llegue a Ciudad de México para reunirse con Peña Nieto, su canciller Luis Videgaray y el presidente electo.
Alertas encendidas
Pero el optimismo sobre la cautela del nuevo presidente mexicano no es compartido por todos. La calificadora de riesgo S&P alertó ayer por la incertidumbre que genera en el mercado la nueva composición del Congreso, con el dominio del oficialismo.
En declaraciones recogidas por el diario mexicano El Economista, el analista Joydeep Mukherji manifestó desde Nueva York que aún hay incertidumbre sobre las políticas que aplicará la nueva administración en el sector energético y en la petrolera estatal, Pemex.
Consultado sobre si habría una rebaja en la calificación, señaló que se implementaría “sólo si las finanzas públicas se encuentran en la senda de un deterioro, lo que por ahora no se puede anticipar”.
Por su parte, el economista y estratega de BBVA Ociel Hernández, manifestó que la primera prueba económica será la redacción del presupuesto 2019, redactado por el gobierno de Peña Nieto pero en el que la futura administración tendrá influencia. “Una vez que se conozcan los detalles, los inversionistas y analistas tendrán más claridad con el rumbo de la política fiscal”, sentenció.
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