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Carlos Cruz Infante

¿Con qué fichas cuenta Chile en el tablero mundial de la minería estratégica?

CARLOS CRUZ INFANTE Director de lunae advisory

Por: Carlos Cruz Infante

Publicado: Jueves 4 de diciembre de 2025 a las 04:00 hrs.

Carlos Cruz Infante

Carlos Cruz Infante

Mucho se ha escrito sobre la transición energética y los llamados minerales críticos, como el cobalto, el cobre, el grafito, el litio, el niquel y las tierras raras. Según la Economist Intelligence Unit, Latinoamérica en su conjunto contiene cerca de un tercio de las reservas mundiales de estos materiales; Chile es el país con mayores reservas, representando cerca del 10% de los depósitos globales. Ergo, el mundo necesita a Chile, probablemente como no ocurría desde hace decenios.

Esto se ha traducido en una cadena de señales geopolíticas potentes, a las que no necesariamente hemos prestado la debida atención. Según el Institute for Economics & Peace, desde 2011 Chile, Perú y Brasil, los mayores tenedores de los minerales descritos, son escenarios de “alta competencia” por influencia geopolítica entre las 20 mayores economías del mundo, el G-20.

“Quien gobierne Chile desde 2026 debe considerar el desafío geopolítico y diplomático que las bondades de nuestro suelo conllevan”.

Esto se refleja no solo en las potencias más familiares para nosotros, como China, Estados Unidos y la Unión Europea. Por ejemplo, Arabia Saudita entró con fuerza en el país en 2023 de la mano de la estatal Saudi Aramco. ¿El mandato? Según un alto funcionario saudí, Chile sería la plataforma desde la cual la Corona saudí crecería. En efecto, Maaden, el brazo minero de la monarquía, adquirió el 10% de la unidad de Base Metals de Vale, en Brasil. Asimismo, entre 2024 y 2025, Maaden ha firmado una serie de acuerdos con el Estado peruano para potenciar la minería del cobre y del litio en el país. Otro ejemplo es el de la República de Corea, cuyas empresas POSCO y Komir tienen un alto interés en el triángulo del litio, que comprende Chile.

Ahora bien, las potencias más conocidas por nosotros no se quedan atrás. China, que hasta hace poco mantuvo un tono beligerante en torno al acuerdo entre Codelco y SQM —donde la china Tianqi Lithium Corporation tiene una participación—, finalmente dio luz verde al acuerdo, a cambio de un suministro garantizado de litio para clientes chinos en los próximos 10 años.

Aclara Resources, de propiedad canadiense y que ha recibido beneficios del Gobierno estadounidense para la explotación de tierras raras en Chile y Brasil, ha tenido una engorrosa tramitación en la Región del Biobío. Pese a ello, sigue perseverando para obtener los permisos necesarios.

¿Qué indican estas señales? Que la minería chilena forma parte de un sistema mucho más complejo y tenso del que solemos mirar. Un pequeño cambio en una parte de dicho sistema puede desencadenar consecuencias inesperadas —y de alto impacto— en otra parte del sistema.

¿Como país estamos preparados para operar en ese sistema? En lo técnico, no cabe duda. Contamos con capital humano de primer nivel, un aparato regulatorio minero que probablemente ningún país de ingresos medios tiene, y decenas de empresas globales operando localmente, ya sea en la exploración y explotación, como en la cadena de valor de la industria minera. En las otras dimensiones, en cambio, no podemos estar tan seguros.

Quien gobierne Chile desde 2026 debe considerar el desafío geopolítico y diplomático que las bondades de nuestro suelo conllevan. Así como se armó un comité experto para definir una postura frente a las políticas arancelarias de Donald Trump, el próximo mandatario haría bien configurando un comité para definir una Estrategia Minera 2100, que asegure continuidad regulatoria, prevea escenarios futuros e identifique el impacto global que las decisiones locales tendrán en los mercados y en otras industrias, como la energética. También deberá diseñarse una arquitectura de toma de decisiones con autoridad política real para ejecutar los lineamientos que la entidad decida.

Respecto de su conformación, el comité debería contar, por cierto, con expertos sectoriales y con los ministerios de Minería y Energía. Pero, además, debería incluir la perspectiva de las carteras de Medio Ambiente y Obras Públicas, del Ministerio de Defensa y de la Cancillería y, por qué no, a algún representante de Ciencia, Tecnología e Innovación. Finalmente, incluir a las universidades que forman a nuestros expertos mineros y a actores internacionales que aporten con la mirada global sería también indispensable.

Monitorear un sistema es complejo; detectar narrativas políticas o comerciales que puedan gatillar cambios directos en nuestro Producto Interno Bruto es necesario. Lo que aquí se plantea puede ser muy ambicioso, pero debemos darnos cuenta de que Chile es hoy y lo será por al menos un siglo un nodo estratégico en el escenario mundial. Está todo dado, pero no nos confiemos: podemos hacer las cosas muy bien, pero también podríamos terminar haciéndolas muy, muy mal.

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