Seguro de que la tercera es la vencida y de que esta vez la victoria sí está en sus manos, Andrés Manuel López Obrador –mejor conocido como AMLO- tiene todo listo para su cierre de campaña en dos semanas en el centro de deportes más icónico de México: el Estadio Azteca.
Y es que el candidato presidencial del partido Morena acumula, hasta el momento, al menos un 64% de intención de voto, según la última encuesta del diario Reforma publicada la semana pasada.
Su ventaja frente a los otros aspirantes es sustancial. Su más cercano contendor, Ricardo Anaya, de una coalición conformada por el Partido Acción Nacional (PAN) y una colectividad de izquierda, tiene apenas un 20% del apoyo popular, seguido por José Antonio Meade –quien representa al gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI)- con 12%, y el independiente Jaime Rodríguez, “El Bronco”, con 4%.
Todos se verán las caras mañana en el estado Mérida, por última vez, en el tercer debate presidencial que marcará el último tramo de la campaña antes de las elecciones del 1 de julio.
Fuerza de los indecisos
El debate de mañana es el escenario ideal para captar la mayor cantidad de indecisos. Según algunos sondeos, entre un 15% y 17% de los votantes aún no sabe por quién votará ni declara sus preferencias.
La encuestadora Enkoll estimó el dato en un 33%. Ello podría poner en peligro la ventaja que López Obrador ha logrado mantener y sobre él pesa que en ninguno de los debates logró derrotar a sus adversarios.
Sin embargo, el diario El País de España apunta a que la tendencia es positiva y a fines de mayo -cuando la aprobación de AMLO era de 52%- le daban un 92% de probabilidad de ganar los comicios.
A su favor atribuye el voto por primera vez de 11 millones de jóvenes, que están descontentos con el bipartidismo tradicional que han protagonizado el PRI y el PAN.
Amistad empresarial
López Obrador sabe que en sus dos candidaturas anteriores le jugó en contra su posición proteccionista en cuanto a la economía.
Su discurso de control del Estado sobre la actividad del país preocupó a los empresarios e inversionistas y, en esta campaña, también hubo enfrentamientos con líderes de grandes compañías.
Sin embargo, en los últimos días AMLO comenzó a recomponer relaciones. La semana pasada se reunió con varios empresarios prominentes, con quienes mantuvo interacciones positivas. Del encuentro surgió un compromiso de los hombres de negocios de trabajar de la mano con quien resulte ganador.
Esta moderación del discurso es lo que le ha permitido tender puentes con el sector privado, y disipar los temores de estatización que entramparon sus campañas previas.
“No siento que sea un discurso de regulación de la actividad económica desde el Estado, sino más bien de una participación mucho más activa en cuanto a gasto social y promoción del gasto de infraestructura”, dijo en entrevista a DF, Esteban Manteca, asociado del Grupo de Economistas Asociados de México.
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