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Alvarado: “Puesto en entredicho el Chile de la transición, la Constitución también se ve en entredicho”

Advierte que la renovación institucional que demanda el país “va mucho más allá de un cambio constitucional”, aunque “en alguna medida pasa por él”.

Por: Angela Chávez M. | Publicado: Lunes 30 de enero de 2017 a las 04:00 hrs.
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Que los argumentos que se invocan para una nueva Constitución son deficientes o problemáticos es la principal tesis del libro “La ilusión constitucional. Sentido y límites del proceso constituyente” publicado recientemente por el subdirector del IES, el abogado Claudio Alvarado, quien no obstante advierte que hay “un contexto político que hace que muchas instituciones y entre ellas la Constitución sean puestas en entredicho”.

- ¿O sea, que sin este cuadro político no estaríamos discutiendo sobre una nueva Constitución?

- Probablemente no. Si uno mira la Constitución vigente, se da cuenta que más que la Constitución de Pinochet, es la Constitución de la transición. La cantidad de reformas que ha experimentado y lo simbólicamente relevante que fueron, el plebiscito de 1989, la firma de Lagos en 2005, dan cuenta de una Constitución que manifiesta los acuerdos y prácticas políticas de tres décadas de vida democrática, eso muestra que las críticas por el tema del origen son más bien deficientes o al menos son equívocas, y explican por qué estamos en este debate, porque el Chile de la transición de un tiempo a esta parte ha sido puesto en entredicho. Hay muchos diagnósticos dando vueltas que en general coinciden en que los desafíos que tiene hoy Chile van a requerir ciertos cambios y arreglos institucionales, en ese contexto es natural que nos cuestionemos la Constitución.

- ¿A qué otro argumento se refiere como insuficiente?

- El tema de las trampas, un argumento que ha agarrado fuerza con Fernando Atria, que tiene su base de verdad. La Constitución vigente tiene una cantidad de mecanismos supra mayoritarios que limitan el poder de la mayoría y en ese sentido uno puede pensar en reformas y cambios. El punto es que si esas trampas son las problemáticas, bueno discutamos sobre las trampas, lo que muestra que el alcance del argumento es limitado. Esos argumentos no son capaces de explicarnos por qué la Constitución de verdad está en el ojo del huracán. Por eso digo que tenemos un problema de otra índole, que la Constitución es de la transición y eso mismo hace que caiga bajo esta ola de cuestionamientos y de críticas porque ese Chile político es el que está puesto en entredicho. Si lo que digo es plausible y la explicación que intentamos desarrollar en el libro va por ahí, sucede que el problema es bastante más profundo que cambiar el texto de la Constitución, lo que está en juego es una demanda por una renovación institucional por un papel del Estado, quizás más activo en algunas materias.

- ¿Pero esos argumentos han ayudado a deslegitimar el actual texto, esa no es razón para avanzar en un cambio?

- Es una alternativa, pero hay que mirarla con cuidado porque este proceso no ha sido una línea ascendente, ha sido sube y baja. Lo que muestra que en algún momento en Chile si bien no había una gran adhesión, no existía la incomodidad como la que existe hoy. El Chile de comienzos de los ‘90, como han dicho muchos historiadores, quería paz, tranquilidad y la Constitución pactada, la de la transición, fue un instrumento adecuado para ese momento. El problema es creer que se podía seguir en una transición eterna o que el progreso no trae sus propias tensiones. Quizás hoy el debate ha explotado mucho más que lo que explotó en los ‘90, porque hoy puesto en entredicho el Chile de la transición, la Constitución también se ve en entredicho .

- ¿Entonces, una nueva Constitución tampoco es la solución a los problemas que presenta el sistema?

- Ese es el punto a destacar. Si es que entendemos bien lo que está pasando y la explicación que intento narrar es plausible, es que nuestros problemas van mucho más allá de un cambio constitucional. Ojo, en alguna medida pasan por él, porque hay un tema simbólico y esta renovación institucional que se requiere quizás necesita reforzar ciertos conceptos, resguardar mejor ciertos derechos, pero claramente el principal problema tiene que ver con lo que se puede hacer desde la política.

- ¿A qué se refiere?

- Con el papel del Estado, con elementos de gestión, de conducción política. La incomodidad con el texto constitucional, manifiesta un problema más de fondo con la organización de la comunidad política, con la particular manera en que se han desarrollado durante las últimas décadas los vínculos del Estado, el mercado y la sociedad civil, ahí tenemos nuestra demanda de renovación institucional y efectivamente la Constitución ayuda, pero es un instrumento limitado, no nos va a solucionar todos los problemas.

Mi conclusión es que nada de esto es posible si no contamos con políticos capaces de conducir la discusión y eso también es una dificultad, si uno mira el proceso constituyente se que se está llevando a cabo.

- ¿Qué le preocupa del proceso constituyente?

- Me inquieta la falta de liderazgo y conducción, que a veces se han inflado las expectativas hasta el extremo, siendo que los alcances son más limitados. Además me inquieta que mientras no nos hagamos cargo de ésto como comunidad política vamos a seguir con una incomodidad y vamos a seguir pidiéndole al cambio constitucional que dé más frutos de los que puede dar. Al final lo que está en juego es cómo nos hacemos cargo de esta demanda de renovación institucional, sobre todo en ciertos temas, salud, educación, previsión y siguiendo así como estamos con un proceso constituyente con la cantidad de problemas que ha tenido, sin una hoja de ruta convocante que además es mirado con recelo por la derecha, los avances no serán muchos. Por eso digo que la derecha tiene que preguntarse cómo a partir de sus planteamientos e ideas ofrece una narrativa coherente. El no hacerlo le ha traído costos, en abstracto es posible criticar el proceso por los problemas que tiene y al mismo tiempo ofrecer un camino de reformas pero eso tiene que ser inserto en una narrativa coherente que haga sentido.

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