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Caminando dormidos hacia un Brexit caótico

Por: | Publicado: Miércoles 14 de junio de 2017 a las 04:00 hrs.
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Theresa May prometió fortaleza y estabilidad. Ha entregado lo opuesto. Sería cómico si no fuera tan serio. Donald Trump está obsesionado con la idea de que el mundo se ríe de Estados Unidos. En el caso del Reino Unido, tiene que ser verdad. David Cameron impulsó un referendo innecesario sobre la membresía en la Unión Europea y su sucesora May siguió sus pasos destruyendo su posición política. El país hace el ridículo. La elección general también ha aumentado la probabilidad de una falta de acuerdo. Contrario a la idea de que “la falta de acuerdo es mejor que un mal acuerdo”, ello sería una calamidad para ambos lados.

La ironía de la elección es que el resultado de 42,4% de los votos que logró el partido conservador es el más alto desde 1983. También fue mayor que el promedio mensual de las encuestas a lo largo de casi todo el período parlamentario pasado. Lo que fue inesperado fue la habilidad del partido laborista de acaparar votos de los partidos minoritarios, cuya participación cayó a sus niveles más bajos desde 1970. El líder del partido, Jeremy Corbyn, un rebelde perpetuo, probó ser el flautista de Hamelin para las protestas.

La primera ministra ha perdido su mayoría y su autoridad. Como señaló el excanciller George Osborne, es una “mujer muerta caminando”. May ahora depende del arisco Partido Democrático Unionista. Ya ha gastado un octavo del tiempo disponible tras iniciar el Artículo 50 del tratado de la UE. Le será virtualmente imposible acordar y legislar los compromisos necesarios con la UE a tiempo, si es que logra algo. El más importante de esos compromisos será el pago de grandes sumas de dinero y el acuerdo de mantener los derechos existentes de los ciudadanos europeos en el país. Sin embargo, además de tomar tiempo, otra elección podría no resolver nada. Podría lograr otro Parlamento sin mayoría. El Reino Unido está en un desastre de proporciones.

La obsesión sobre la membresía en la UE que tiene una parte de la derecha, en combinación con la irresponsabilidad de Cameron -quien podría ser el peor primer ministro en la historia británica- ha llevado al país a una crisis. La probabilidad de que no haya acuerdo es ahora aún más alta que antes de la elección, ya que un acuerdo depende de la aceptación de los términos de divorcio de la UE.

No hay razón para esperar que el comercio en bienes y servicios o la aviación fluyan, mucho menos tranquilamente, tras una salida tan desordenada. Acordar el comercio post salida requerirá cooperación y preparación. Sin un acuerdo, el Reino Unido no podría esperar ninguna de las dos de parte de la UE, que lo verá como un forajido, un país que ha negado sus obligaciones. Eso, después de todo, es lo que significa la falta de acuerdo.

Reducir el país a una relación así, con sus eternos vecinos y principales socios comerciales, sería una locura. Pero eso es lo que estaba en juego con el referendo y aún lo está. Entre muchos defectos estuvo el no especificar las alternativas adecuadamente. No hay una elección binaria entre mantenerse y salir. Hay una elección posible entre mantenerse y muchas formas de salir. Sujeto a un acuerdo con la UE, éstas podrían variar entre la más suave (membresía permanente del mercado único y la unión de aduanas) hasta la más dura (la falta de un acuerdo post-Brexit), o la caótica (ningún acuerdo).

Dada la cercanía del resultado, el permanecer hubiera derrotado cualquier versión específica del Brexit en las urnas, con casi total certeza. Pero, al final, el Reino Unido sólo puede tener una versión específica del Brexit. Por eso es democráticamente legítimo pedir otro referendo entre permanecer y la versión negociada del Brexit, si es que hay alguna. Desafortunadamente, podría ser difícil que el Reino Unido retire su solicitud de salir.

Este proceso necio ahora ha puesto al Reino Unido en camino a una salida caótica. El país ha querido dividir a Europa por años. Ahora la está uniendo en contra de sí mismo. Es un desastre estratégico. Más aún, por sí solo, su influencia es limitada. Ya en este momento se encuentra inhibido en sus relaciones con el EEUU de Trump, por miedo a retribuciones. En los acuerdos comerciales que tendrán importancia, con EEUU, China, India o la UE, el Reino Unido será un mendigo débil. Tendrá que aceptar lo que quieran exigir los socios más poderosos.

Tras aceptar el final del imperio británico, Harold Macmillan pidió unirse a la entonces Comunidad Europea Económica en 1961 por buenas razones económicas y políticas. Él entendía que el interés estratégico del Reino Unido era ser parte de una Europa fuerte. La mejor elección para el país sigue siendo permanecer en la UE. Todas las alternativas son mucho peores.

Algunos ahora esperan que el país se quede dentro del mercado único y la unión aduanera, para disfrutar al menos los beneficios económicos de la membresía. Pero eso requiere aceptar el movimiento libre de personas y las regulaciones sobre las cuales no tendría influencia. Le daría casi todas las desventajas percibidas de la membrecía en la UE, sin los beneficios. Sería políticamente intolerable. Así, el Reino Unido ahora está escarbando para encontrar opciones políticamente más tolerables, pero económicamente mucho peores, que la membrecía total.

La opción menos mala probablemente sería aceptar virtualmente todos los términos del divorcio con la UE, además de un período de transición post-2019 en el mercado único y unión de aduanas, seguido de un acuerdo de libre comercio tan amplio como sea posible.

Esto sería peor que seguir dentro, pero sería relativamente controlable. Desafortunadamente, lograr e implementar tal acuerdo, en el poco tiempo disponible, también requiere un gobierno fuerte, estable y racional. Eso no es lo que el Reino Unido tiene ni lo que parece probable que tendrá.

La locura ociosa ha atrapado al país entre una piedra europea y un Brexit ultra duro. No salir aún es mucho mejor que el resto de las alternativas. El estatus paria de la falta de acuerdo sería mucho peor que cualquier acuerdo. Pero un mal acuerdo, o ninguno, es lo que espera en el futuro. Por ello, los conservadores tienen gran parte de la culpa. Los votantes estarán enfurecidos cuando se den cuenta de ello. El ajuste de cuentas será duro.

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