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Avancemos hacia una Ecología Humana

Nicolás León

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Nicolás León

Hace unas semanas participé del coloquio Humanum, instancia donde miembros de múltiples religiones e instituciones del mundo se juntaron para debatir y concluir que la realidad del matrimonio es anterior a cualquier premisa religiosa o ideológica: es un hecho fundamental a la hora de cimentar nuestra vida en sociedad.

El mensaje transmitido nos cuestiona sobre qué tan factible es seguir viviendo en este frenético ritmo de vida donde las relaciones humanas están profundamente dañadas por una cultura del individuo y de lo desechable. A partir del hecho antropológico que la persona humana sólo se entiende en relación a otros -lo que se verifica desde todas las religiones-, se hace patente que el interés que manifestamos hacia la sustentabilidad no debe sólo centrarse en temáticas medioambientales, sino también sobre nuestra vida misma.

El concepto de ecología, tan arraigado en nuestra generación, nos muestra claramente -como lo hizo Benedicto XVI ante el Parlamento Alemán en 2011- que la naturaleza, la tierra, los animales, merecen un respeto y cuidado; del mismo modo, añade el Papa emérito, este concepto nos lleva a plantear la existencia de una "ecología humana" y a preguntarnos sobre lo que sostiene nuestra vida en común y lo que hace posible los lazos sociales más elementales.

Hoy vemos un renovado discurso que busca articularse en torno a la libertad. Sin embargo, asumir que somos "libres" no puede ser una consigna irreflexiva. Nos exige plantearnos en relación con el resto, como sujetos relacionales donde nuestro actuar tiene implicancias. Ello nos sitúa frente al desafío de poner en entredicho la forma en que estamos estructurando nuestra vida social desde una perspectiva política, económica, espiritual y social en función de su sustentabilidad. Este cambio hacia una ecología humana, exige que replanteemos nuestras relaciones comunitarias más básicas yendo a la base de la sociedad: la familia.

Identificar como problema crucial el estado actual de la estructura familiar es algo necesario para revertir el malestar que caracteriza a nuestra sociedad contemporánea. El debilitamiento de la familia ha llevado a que se profundice la situación de los más vulnerables; niños y ancianos, quienes en el pasado, tenían una red de protección estable donde acudir.

Cuando concluimos que la familia y el matrimonio es una realidad antropológica, es decir, que no depende de cultura religiosa o filosofía alguna, se nos exige que planteemos la cuestión sobre qué es el matrimonio y cómo este es condición necesaria para fortalecer la estructura familiar, como una discusión que nos compete a todos y que merece políticas que vayan en línea con robustecer nuestras familias.

Participar de esta instancia como únicos representantes jóvenes, renueva nuestro desafío por hacer un Chile más humano a través del fomento de la ecología humana que deriva del enriquecimiento de nuestras relaciones y por cierto, el fortalecimiento de la familia.

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