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La salud del futuro, ¿por qué debemos cambiar?

Jeanette Vega Directora de Fonasa

Por: Jeanette Vega | Publicado: Viernes 8 de julio de 2016 a las 04:00 hrs.
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Nos encontramos en el momento preciso para proyectar el Sistema de Salud que Chile requiere para los próximos 30 años: hay que partir desde la epidemiología pero también, desde lo social: es decir, poseer una visión integral de la salud a lo largo del curso de vida; y además, minimizar el efecto de la desigualdad provocada por determinantes sociales: distintos ingresos, grados de educación, condiciones de vida, de trabajo y medioambientales, entre otros factores.


Urge que rediseñemos el Sistema de Salud y lo convirtamos en uno que no sólo se focalice en la resolución de problemas agudos, sino que se oriente a la prevención y tratamiento de males crónicos. Nuestro objetivo, entonces, es que se viva más, pero también, con mayor calidad de vida.


Este diagnóstico abre desafíos y perentorios cambios estructurales.


Para ello, debemos rediseñar las Redes de Atención de Salud, de modo que el primer nivel esté cada vez cercano al paciente, ya sea en su domicilio o en su puesto de trabajo. Esto es totalmente posible: muchas enfermedades, tales como la Hipertensión Arterial y Diabetes Mellitus - que afectan a un cuarto de la población mundial - pueden ser controladas a través de dispositivos remotos.


Por otra parte, debemos ampliar el rango de resolución de los Centros de Atención Primaria e imaginarlos como lugares para resolver lo que no se soluciona en el domicilio, con resolutividad en las especialidades médicas más requeridas por la población, que incluyan diagnósticos y procedimientos terapéuticos básicos. Hay que repensar a los hospitales como espacios pequeños, altamente especializados. Debemos aprovechar - en todos los niveles de atención - los recursos que nos entrega el uso de la telemedicina.


Con respecto a la formación clínica, la mayor parte de los problemas de salud que aquejan a nuestra población son de carácter crónico. Por ello, la reforma en la educación médica es inminente y crucial. Esta debe dirigirse a crear competencias que permitan fomentar y articular redes, que introduzcan el enfoque preventivo y el cuidado de los pacientes en sus hogares.


Por último, y no menos importante: se debe rediseñar el enfoque de la protección de salud con una orientación solidaria, que financie de igual manera a quienes están jóvenes y sanos; y cuentan con mayores ingresos, ya que se encuentran en la plenitud de su vida laboral. A ellos les corresponde contribuir proporcionalmente para que se les devuelva la mano cuando lo necesiten. Esto especialmente de cara a las estadísticas, que pronostican un futuro que compartirán – en las próximas décadas – un número, cada vez más, amplio de chilenos.

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