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Neoclásicos vs Keynesianos, una vez más

Ramón López Profesor Titular, Departamento de Economía, FEN, Universidad de Chile

Por: Ramón López | Publicado: Jueves 26 de agosto de 2021 a las 04:00 hrs.
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Ramón López

Los economistas estamos de acuerdo en la necesidad actual de ir reduciendo gradualmente los subsidios sociales y dirigirlos más a quienes los necesitan, como los pobres y desempleados. Además, hay acuerdo en evitar nuevos retiros de las AFP, pero donde no hay acuerdo es en la evaluación del efecto futuro de las políticas de estímulo a la demanda vía IFE y otros subsidios sociales.

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La mayor parte de los economistas tiene una visión pesimista indicando que estas políticas no van a crear una respuesta de oferta e inversión, y que por lo tanto, el efecto productivo que ya se percibe se desvanecerá una vez que estos estímulos se reduzcan, generando así solamente mayor inflación y otras complicaciones macroeconómicas (visión que podemos llamar neoclásica).

La visión minoritaria, en la cual me incluyo, es más optimista. Los incentivos de demanda se aplicaron en un momento histórico apropiado para ellos, de profunda crisis, cuando había un alto nivel de capacidad productiva no utilizada y mucho desempleo de la fuerza de trabajo. Bajo estas condiciones, se espera que aumentos de demanda provoquen un aumento del uso de la capacidad productiva instalada y de la fuerza de trabajo, generando mayor producción y menor desempleo (una visión keynesiana). Además, se plantea que la intensificación del uso de la capacidad instalada y la expansión de la producción van a gatillar un crecimiento de la inversión, de la capacidad instalada, del empleo y del ingreso, todo lo cual inducirá un nuevo episodio de aumentos de demanda en el futuro, sin necesidad de preservar los estímulos de demanda al nivel actual.

Algunos planteamos que se trata de un círculo virtuoso de más producción, más inversión e ingreso. La economía ha estado reprimida en la última década por un déficit crónico de demanda, cuya solución puede llevar a beneficios económicos insospechados. Aun cuando Chile es una economía abierta, más de un 70% de ella produce servicios y bienes esencialmente no transables, lo que subraya la importancia de la demanda interna.

Los primeros resultados ya se están visualizando: la producción en el segundo trimestre de este año creció en 18%, cifra inédita en la historia de Chile y, lo que es más importante, la inversión aumentó 25%, la más alta tasa desde que se llevan registros de inversión. Por supuesto, los partidarios de la visión neoclásica plantean que estas cifras no dicen mucho, ya que la base sobre la cual se estima esta cifra (2020) es anormalmente baja. Aun así, al parecer la producción y la inversión han logrado una notable recuperación llegando a niveles por encima del año 2019.

En resumen, la gran diferencia entre ambas visiones es la respuesta de la oferta y de la inversión frente a un aumento de la demanda interna sin precedentes. Mientras los neoclásicos pronostican que la respuesta el aumento de demanda será fundamentalmente mayores precios e inflación, los keynesianos planteamos que, si el estímulo a la demanda se aplica en un contexto de crisis, la respuesta se manifiesta en incrementos de producción, empleo e inversión, más que en mayores precios. Un debate abierto que puede tener gran significación para entender los efectos de las políticas públicas.

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