Editorial

El populismo sigue vivo en Europa

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En los últimos doce meses, los partidarios de la integración europea habían logrado detener los embates de los movimientos nacionalistas en las elecciones de Alemania, Francia y Holanda, sucesivamente.

Este domingo, sin embargo, la muralla de contención finalmente se rompió. Y fue nada menos que en Italia, la tercera mayor economía de la zona euro y uno de los miembros fundadores de la unión monetaria.

Tras los comicios del fin de semana aumenta la incertidumbre sobre el rumbo que seguirá ahora el polarizado país, con un congreso aun más fragmentado, y sin una opción clara para conformar gobierno en el horizonte cercano.

Los principales ganadores, sin embargo, fueron claramente los populistas anti sistema del Movimiento Cinco Estrellas y los conservadores anti inmigración de la Liga del Norte, que superaron a sus tradicionales aliados de centro derecha Forza Italia.

El resultado no fue una sorpresa, ya que Italia fue una de las naciones más afectadas por la crisis de refugiados que azotó al continente en 2016 y su economía se ha venido encogiendo progresivamente a los niveles que exhibía hace dos décadas, lo que dejó al país especialmente vulnerable al descontento de la población por los escándalos de corrupción de su clase política tradicional.

Para Europa en general, y para los gobiernos de Alemania y Francia, que lideran el proyecto de integración europea, en particular, los últimos resultados son un doloroso recordatorio de que las fuerzas desintegradoras siguen vivas en la región.

Ante los últimos sucesos, los esfuerzos por reconstruir el proyecto común de Bruselas deberán ahora retomarse con mayor urgencia.

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