Editorial

Empleo informal: menos equidad y menos desarrollo

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Imagen foto_00000001(Entendimos que) crear una economía de mercado, no solamente era quitar los obstáculos que estaban en el camino del desarrollo, enormes obstáculos, sino que también era una cuestión de poner puentes donde había precipicios, y estos puentes eran buenos derechos de propiedad, buenos contratos, tribunales eficientes, buenas organizaciones empresariales, buen derecho extracontractual. Todos estos elementos de derecho son, precisamente, los que no tienen la mayor cantidad de los ciudadanos de los países en desarrollo (que laboran en la economía informal)”, decía en 1987 el economista peruano Hernando de Soto de visita en Chile, 13 años antes de escribir su famoso libro “El misterio del capital”.

La frase parece pertinente a la luz del más reciente boletín estadístico de Informalidad Laboral, que elabora el INE, según el cual la ocupación informal llegó al 29,7% en el tercer trimestre del año pasado. Entre los datos llamativos, y preocupantes, está que pese a que desde 2014 existe una ley que regula el trabajo doméstico en casa particular (servicios de aseo y otros propios del hogar), este rubro encabeza la tasa de informalidad, con 56,9%. En la práctica, casi dos tercios de esos trabajadores, dice el informe, “no cuentan con cotizaciones de salud y previsión social por concepto de su vínculo laboral con un empleador”.

Ese y otros datos revelan la escasez de “puentes” a la que aludía De Soto y la forma en que la informalidad en el empleo refleja y profundiza —e incluso, contribuye a reproducir—, algunas de las desigualdades de la sociedad chilena. Casi tres cuartas partes de los ocupados informales pertenecen a los dos más bajos quintiles de ingreso; el mayor nivel de informalidad se da entre quienes sólo poseen educación primaria; por edades, el peak ocurre en el grupo de 65 años y más.

Los más pobres, los menos educados, los más viejos. Los más vulnerables. Buscar formas de incorporar a más personas a la economía formal no es sólo un impulso al crecimiento económico, sino al progreso social.

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