Editorial

Empresas, crisis y comunidades

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El prolongado corte de suministro eléctrico que afectó a un número significativo de personas de la Región Metropolitana durante varios días ha dejado al descubierto importantes fragilidades de distinto orden que no se pueden dejar pasar y que, ineludiblemente, deben ser atendidas con la mayor urgencia posible por todos los involucrados.

Más allá de que se pueda argüir que el sistema de distribución eléctrico sufrió un evento de fuerza mayor incontenible, lo cierto es que las secuelas de este episodio finalmente terminaron excediendo cualquier explicación atendible por parte de las comunidades afectadas, desatando irritación y rechazo hacia las empresas directamente involucradas y salpicando esquirlas hacia el mundo corporativo en general.

Si bien se trata de una situación que está en desarrollo y que en las últimas horas conoció de anuncios de compensación y de cargos por parte de las autoridades, los últimos hechos han desnudado que en esta área estratégica se adolecía de deficiencias que no se condicen con las exigencias de seguridad y calidad de servicio requeridos. Así como en el pasado ha ocurrido con la provisión de otros servicios básicos, en este caso parece necesario identificar y corregir a la brevedad dichas falencias de modo de evitar nuevos episodios.

Asimismo, las empresas, sobre todo aquellas que operan en mercados complejos y de alta exposición con clientes, deben disponer de mejores estrategias de prevención y respuesta a las comunidades. Como ha quedado en evidencia, la falta de información operó en este caso como un combustible que llevó el lógico malestar de los clientes a estados superlativos de irritación ciudadana.

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