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José Mourinho, el rey del caos en el fútbol

Un caso de estudio para un MBA. El método Mourinho combina lógica con emoción. El entrenador gana mediante la elaboración de sofisticados planes de juego, pero también mediante la creación de un ambiente de trabajo intenso que finalmente se quema a sí mismo.

Por: Janan Ganesh, Financial Times | Publicado: Lunes 2 de noviembre de 2015 a las 04:00 hrs.
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¿Qué habría pasado si José Mário dos Santos Mourinho Félix se hubiera quedado en el curso de negocios en el que lo inscribió su madre cuando su carrera como futbolista empezaba a decaer. Él sería ahora el jefe de una firma de capital privado. Irrumpiría en una empresa elevando su rendimiento, descartando ortodoxias y cortesías antes de partir para repetir el mismo truco en otra firma. Habría pasado algunas temporadas en Londres, en Milán, y algunos años difíciles con una marca famosa en Madrid: la itinerante carrera de un "Hombre de Davos".

Los alumnos de MBA de Harvard toman clases con Sir Alex Ferguson, pero el ex entrenador del Manchester United es un mal caso de estudio. La mayoría de los ejecutivos no pasan 27 años en la cima de una organización, eclipsando a su junta directiva y acumulando el poder de un dios. El técnico portugués del Chelsea, es mejor.

Todo lo que le faltaba a la historia de Mourinho hasta ahora era una crisis. Después de haber ganado la temporada pasada de la Premier League inglesa, el Chelsea está ahora en el lugar 15 entre 20 equipos, ha perdido la mitad de sus diez partidos esta temporada. También ha encendido controversias. Mourinho ha peleado con los árbitros, periodistas, sus empleadores y, en el peor episodio de una carrera que ha incluido meterle el dedo al ojo a un entrenador rival, se enfrentó con un miembro de su propio equipo médico.

Si Roman Abramovich, el propietario ruso del Chelsea, decide que vale la pena pagar la indemnización de su mánager para calmar los ánimos, habremos vivido otro giro del ciclo Mourinho. Él se hace cargo de un club, rápidamente llena sus vitrinas de trofeos, cautiva a los imparciales con su brillante inteligencia, luego se va en medio de actuaciones vacilantes y una mala atmósfera creada por él mismo.

El Chelsea desde 2004 al 2007, luego el Inter de Milán hasta 2010, después el Real Madrid hasta 2013, y ahora el Chelsea otra vez: una vida de gloria y fugacidad.

"Más tiempo para estudiar" teoría Mourinho, es lo que convierte a futbolistas mediocres en grandes entrenadores. Él intentó triunfar como defensa en pequeños clubes portugueses, pero desde el principio sabía que ser parte del equipo técnico era su vocación. Ya siendo multilingüe y obsesionado por los pequeños detalles que deciden los partidos, dejó la escuela de negocios después de solo un día para estudiar ciencias del deporte en la Universidad Técnica de Lisboa. Pasó por varios clubes hasta que una cautivadora oferta llegó en 1992.

Bobby Robson, el nuevo gerente inglés del Sporting de Lisboa, necesitaba un intérprete. El trabajo desviaría a Mourinho de convertirse en entrenador, pero se familiarizaría con un sabio del juego. Él asombró a Robson con sus conocimientos de fútbol y lo siguió al poderoso Barcelona en 1996, ampliando su rol y explorando el camino.

Mourinho y el club catalán, el gran "estilista" del juego, cultivarían más tarde una venenosa enemistad. Pero su etapa en el Barcelona fue una lección de elitismo. La proximidad con las grandes estrellas le enseñó que su dominio táctico no le bastaría sin el carisma para doblegar la voluntad de las celebridades. Se llevó esa lección a casa, donde trabajó hasta llegar a ser el entrenador jefe del Oporto.

Su equipo inteligente y mordaz ganó la liga, la copa de la UEFA y luego, sigue siendo el logro irrefutable de su carrera- la Liga de Campeones, el premio más alto de Europa. Esta hazaña, junto con su aspecto poco convencional y sus dichos grandilocuentes, lo convirtieron en una estrella en Inglaterra incluso antes de que llegara en el 2004 con su esposa, Matilde, y sus dos hijos adolescentes.

Así comenzó una década de éxitos en serie en las ligas de la élite europea.

El método Mourinho combina lógica con emoción. El entrenador gana mediante la elaboración de sofisticados planes de juego, pero también mediante la creación de un ambiente de trabajo intenso que finalmente se quema a sí mismo. Él pone a sus jugadores contra el mundo exterior, confeccionando agravios y alimentando la agresión mientras él compila expedientes tácticos con la cabeza fría.

Predica la disciplina y el nihilismo. Él trabaja con la ciencia y el fuego. Su visión queda reflejada en sus disímiles relaciones con los jugadores. Le gusta Branislav Ivanovic, un poco glamoroso seguidor de instrucciones. Con Eden Hazard, un príncipe talentoso de las academias de fútbol europeas de la era espacial, la relación es de negocios como mucho. Él favorece a jugadores que son artífices de su propio éxito y que resienten lo que se conoce como "espíritu competitivo", lo que los londinenses llaman "aggro" (agresividad).

El cenit de Mourinho llegó hace cinco años cuando su Inter de Milán llevó al Barcelona, entonces quizás el mejor equipo en la historia del juego, a un empate sin goles de visita. Los catalanes se burlaron de él apodándolo "El Traductor", pero eso le permitió llegar a otra final de la Champions que ganaría.

Y ahora la crisis del Chelsea. No tiene precedentes recientes en una gran liga y la reputación de Mourinho podría chocar con eso. Sus guerras con el mundo son crecientemente difíciles de hacer pasar por astutas tácticas de distracción. Su impaciencia con los jugadores talentosos parece ser, por primera vez, contraproducente: Kevin de Bruyne, a quien dejó ir en 2014, ahora ilumina al Manchester City como un maestro de 55 millones de libras.

Si el Chelsea se recupera, Mourinho sigue en una trayectoria hacia la grandeza de todos los tiempos. Pero si su período termina en otro fracaso, su curriculum ir a parar a un elenco menos halagador.

¿Es él un ganador en serie o un cortoplacista incapaz de construir cosas que duren? ¿Valora una ética de equipo o se deslumbra con visionarios solitarios como Hazard y de Bruyne?Los entrenadores están siempre luchan por conservar sus empleos. Mourinho pelea por su lugar en la historia.

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