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Antípoda

Daniel Contesse Vicerrector de Innovación y Desarrollo Universidad del Desarrollo

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A pesar de que cada día puede ser peor y de que abrir la prensa en el último tiempo es casi un ejercicio de masoquismo, a veces ocurren excepciones. El Global Entrepreneurship Index (GEI) entregó su reporte 2016, y nos trajo una buena noticia: Chile ocupa el lugar 16 a nivel mundial y dio un salto de tres puestos respecto del año anterior. Esto consolida a Chile en una posición de avanzada en Latinoamérica, y lo pone en una posición expectante a nivel mundial, tal como muchos otros rankings y estudios demuestran hace ya bastante tiempo. Es un hecho indesmentible que en la mayoría de los indicadores que miden desarrollo económico y social, Chile tiene esta posición de ventaja. Vale la pena reflexionar sobre cómo Chile ha logrado alcanzar estas posiciones de liderazgo, cuestión que no fue siempre así en el pasado (y que claramente podría no serlo en el futuro). Cualquier análisis serio nos lleva a la conclusión que la clave de este progreso ha estado en conceptos como la defensa de la libertad individual, el espacio para una sociedad civil activa y emprendedora, una democracia y un Estado de derecho con reglas simples y claras que se hacen cumplir y que se aplican a todo ciudadano, un mercado que funciona y un Estado limitado y subsidiario.


Destaca también en el ranking GEI Dinamarca, cuarto a nivel mundial y primero a nivel europeo. Dinamarca y otros países del norte de Europa son usados, usual e incorrectamente, como evidencia del buen funcionamiento de regímenes más socialistas. Sin embargo, es importante desmitificar esto y señalar que Dinamarca ha generado riqueza y bienestar social a partir los mismos principios que ha seguido Chile en las últimas décadas. Dinamarca destaca a nivel mundial en índices de libertad y a diferencia de los que muchos creen, basó su desarrollo en el siglo XX en políticas libertarias como un Estado pequeño, baja carga impositiva, flexibilidad laboral y apertura internacional, entre otras. Es cierto que luego tomó las banderas del Estado de Bienestar, pero es importante aclarar que su nivel de desarrollo lo alcanzó con anterioridad a esto y también es importante decir que desde entonces hacen un sistemático esfuerzo por volver atrás para corregir los muchos problemas que esta mala decisión les ha traído.


En un tiempo en que, de manera inexplicable, algunos llevan a Chile a volver a probar recetas añejas y probadamente ineficaces y muchos otros se compran estas ideas sin mayor cuestionamiento y análisis, hago un llamado para que seamos sensatos, analicemos con frialdad la evidencia y veamos con claridad que el camino que estamos tomando en Chile es justamente el que ha llevado a otros al fracaso. El éxito de Chile de las últimas décadas –sí, éxito- se ha fundado en políticas que están en los antípodas de las que se están impulsando hoy.

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