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¿Cómo vivir bien 100 años?C

Felipe Larraín director clapes uc

Por: Felipe Larraín | Publicado: Miércoles 28 de diciembre de 2016 a las 04:00 hrs.
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Uno de los grandes temas en la agenda ciudadana y de políticas públicas es el cambio demográfico. El desafío no es sólo vivir más tiempo sino lograr una vejez de calidad. Ese es el tema del libro “Cómo Vivir Bien 100 Años”, de CLAPES UC (Ediciones UC, noviembre 2016), con las Facultades de Medicina y Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica de Chile y con la cooperación de una amplia red de profesionales.

Durante los próximos 40 años los mayores de 65 años se triplicarán en el mundo y serán 1.500 millones de personas; pasarán del 8% al 16% del total de población. La velocidad de incremento será mayor en los países en vías de desarrollo como el nuestro. Este fenómeno denominado como el “tsunami del envejecimiento” trae cambios y desafíos sociales, económicos, laborales y de salud.

La buena noticia es que no estamos predeterminados por los genes. Envejeceremos según hemos vivido: cerca del 80% de nuestra calidad de vida dependerá de la actitud, si bien influyen factores genéticos, socioculturales y geográficos. El envejecimiento saludable es un proceso continuo; por ello, la prevención y la difusión de los cuidados para un mejor vivir y envejecer son cruciales al igual que el ejercicio, una activa vida social y vínculos afectivos -ojalá- unidos a una espiritualidad que profundice el sentido de trascendencia.

Esta etapa de la vida es menos productiva laboralmente y tiene costos importantes asociados -especialmente la salud- para los cuales la sociedad generalmente no dispone de los recursos necesarios. La capacidad de “ahorrar para el futuro” debe ser cultivada desde que la persona empieza a tener sus ingresos propios, de manera de tener un “colchón” que permita envejecer dignamente.

Saber cómo evoluciona el costo de vida es muy importante y debido a ello, Clapes UC creó el Índice de Precios al Consumidor del Adulto Mayor (IPC-AM) que permite apreciar cómo varían los costos de la canasta básica en este segmento, donde los gastos de salud suben considerablemente, mientras los de educación o transporte, bajan.

Durante las últimas tres décadas y media la esperanza de vida ha aumentado en Chile casi 10 años para una persona que llega al final de su vida laboral, mientras que la edad legal de jubilación se ha mantenido inalterada en 60 años para mujeres y 65 para hombres. A la vez, los retornos del sistema de capitalización, que en promedio son del orden de 8% real anual desde comienzos de los ‘80, han ido cayendo. Hoy se hace difícil entregar rentabilidades elevadas en un mundo de tasas de interés muy bajas, que en algunos países desarrollados (Suiza y Japón, por ejemplo), han llegado a niveles negativos. Influye, además, que la densidad de cotizaciones (la proporción de meses con cotizaciones durante la vida laboral) es baja, especialmente entre las mujeres.

La solución es compleja. Involucra dar incentivos para que los adultos mayores permanezcan voluntariamente en su trabajo más tiempo de lo que establece la edad legal de jubilación; estos incentivos pueden tomar la forma de una contribución adicional del Estado a las cuentas de los que sigan laborando. También debe avanzarse hacia un modelo de empresas y organizaciones socialmente responsables donde los adultos que están en edad de jubilarse, pero quieren seguir trabajando lo puedan hacer. Además, hay que fortalecer el pilar solidario, para aquellos que no han contribuido al sistema y hoy tienen acceso sólo a la pensión mínima garantizada.

Una buena noticia es que en los últimos años los adultos mayores han tenido una importante reinserción en el mundo laboral. Ello les ha traído no solo ventajas económicas, sino también en el dinamismo y adaptabilidad de ellos mismos y las organizaciones a las que se relacionan. Según estudios de Clapes UC, un 90,8% del alza de la población en edad de trabajar en 2015 correspondió a individuos mayores de 60 años. Con ello muchas personas no sólo ven incrementar sus pensiones, sino también se mantienen activos intelectual y físicamente.

Chile debe preocuparse más de sus adultos mayores, con políticas públicas integrales para este segmento creciente de la población.

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