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El clima sí importa

Pablo Longueira Ex ministro de Economía

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Marzo no es sólo el mes en que la segunda administración de Michelle Bachelet completa la primera mitad de su mandato. También la desaceleración de nuestra economía completa dos años.

Y el inicio de 2016 -según el análisis de la mayoría de los economistas- ha sido bajo la sombra de señales poco auspiciosas. Con un débil Imacec de enero de 0,3%, el peor resultado para este índice desde marzo de 2010 cuando Chile recién empezaba a levantarse después del devastador terremoto del 27/F. Pero lo más preocupante, sin que existan expectativas de que la actividad vaya a repuntar en el corto plazo. Una muestra de aquello fue el recorte por décimo mes consecutivo de las proyecciones de crecimiento para este año -de 1,9% a 1,7%-, según la Encuesta de Expectativas del Banco Central. Una nueva luz de alerta, pues nos sitúa en un escenario peor que el del año pasado, en el que habríamos crecido un 2%.

No en vano el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, ha intentado en las últimas semanas dar todas las señales posibles para buscar retomar la senda de crecimiento que nuestro país parece haber perdido.

La primera fue el ajuste fiscal, un recorte de gastos de US$ 540 millones que fue valorado como una muestra de responsabilidad fiscal que busca, además, volver a los compromisos respecto de nuestro déficit estructural y evitar que siga aumentado la deuda pública. Pero tal vez lo más significativo de sus intervenciones de los últimos días ha sido su llamado a la unidad y al entendimiento de todos los sectores. Cuando se navega en “aguas difíciles”, ha repetido, “buscar el entendimiento es más importante que nunca”.

¿Qué refleja todo lo anterior? Que el clima sí importa. Que es muy difícil avanzar si no hay diálogo, si no se escucha genuinamente a todos los sectores y si no hay grandes acuerdos respecto de los cambios estructurales que se vienen impulsando hace 24 meses. Sólo así se recuperará un clima de confianzas y certezas, que permita la sinergia que se necesita entre el sector público y privado para recuperar la senda de crecimiento que todos anhelamos.

Por ello, es de especial relevancia lo que pase en dos temas capitales que siguen concentrando el debate político.

Primero, la Reforma Laboral que continúa manteniendo un mayoritario rechazo en todos los sondeos. En su reciente paso por el Senado se dieron dos señales relevantes -aunque no suficientes- en su tramitación. Pese a la evidente tensión y pugna al interior de la NM, con los votos de algunos DC y la oposición se logró rechazar la obligatoriedad de la negociación interempresa, que le ponía un verdadero yugo especialmente a las micro y medianas empresas. Y, pese a la confusión sobre el alcance de la medida, se aprobó ampliamente la posibilidad de que el empleador realice las “adecuaciones necesarias” durante la huelga. Es evidente que este debate terminará en una comisión mixta, cuyo resultado es difícil de anticipar y donde aún no se ven luces de que prime el “entendimiento” por sobre las divisiones que han cruzado esta tramitación.

Segundo, el cauce que tome el proceso constituyente, donde se juegan las reglas del juego y las certezas que el país requiere para transitar en un rayado de cancha estable. El ministro del Interior, Jorge Burgos, ha reconocido la incertidumbre que genera este proceso, pero ha asegurado que la economía no se “descarriará” con los cambios que pretenden introducirle a la Carta Fundamental. Uno se pregunta si será suficiente su promesa de que habrá “prudencia” y si es el momento de abrir un proceso para elaborar una nueva Constitución desde una hoja en blanco. Eso, sin contar con las alertas sobre la politización de este proceso -en un año de elecciones municipales, donde todos los sectores se juegan la vida- que ha levantado nada menos que el Consejo de Observadores, de integración transversal y nombrado por el propio Gobierno.

De nuevo, el año que parte aparece como decisivo para definir el rumbo que tomamos como país en los próximos dos años, marcados además por el nuevo ciclo electoral que se viene. Es de esperar que a las señales de búsqueda de “entendimiento” se sumen acciones concretas que las avalen e impulsen el ciclo virtuoso de sus efectos.

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