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La ciudad sin cortinas

Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle

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Quien ha viajado a Amsterdam le habrá llamado la atención que es una ciudad, literalmente, sin cortinas. Viviendas, museos, edificios oficiales, hoteles, restaurantes. Prácticamente no existe un solo edificio que tenga cortinas o persianas en sus ventanas. Los holandeses descubren su carácter abierto y transparente dejando entrever el interior de sus casas. Lo que más sorprende es que se dejan ver de día y de noche; comiendo, descansando en el sofá, leyendo, cocinando, limpiando o jugando. La razón se arrastra hasta el medioevo, en que el inspector municipal tenía así fácil mirada a lo que cada holandés poseía. Quien ocultaba algo, ponía cortinas y se revisaba su casa. Ahora no hay esos inspectores, pero la costumbre se incubó y es parte del ser de esa ciudad. Nada que ocultar.

La transparencia es el nuevo mito del tiempo. Si hasta hace unos decenios era la libertad, ahora es la transparencia. Vivimos en una suerte de Reality Show, en que estamos expuestos al escrutinio público como nunca antes. La gente no es peor que antes. Ahora sabemos más y lo podemos juzgar y castigar convenientemente. Se acabaron los compartimientos estanco, aislados unos de otros, en los que poco y nada se sabía de lo que pasaba en el cuarto vecino. Grandes empresas han diseñado sus oficinas con paneles transparentes o divisiones de baja altura. Un famoso diario norteamericano se caracteriza por su gran edificio cuyo frontis es un solo ventanal, por el cual se ven todos los empleados y sus movimientos en su trabajo.

Y es un proceso sin vuelta atrás. Si no actuamos bien por convicción, lo tendremos que hacer por el temor a ese escrutinio social, cada vez más agudo y certero. Esto tiene otro componente positivo. Mis acciones no son inocuas. Tienen siempre una repercusión en el otro. La más modesta de las maldades repercute en el entorno y puede, si no nos cuidamos, provocar daños enormes. Alegrémonos por el tiempo que vivimos. Bien aprovechado, redundará en una mejor convivencia, más justa y más humana.

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