Licitacionesy el sabioImperio de la Ley
Julio Peña Ph.D. en Economía
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Fruto de la última reforma a la Ley de Pesca, en diciembre ocurrirán las primeras licitaciones por el 15% de la fracción industrial de la cuota anual de pesca en cuatro pesquerías industriales. Y en los próximos años veremos más licitaciones, cuando otros recursos pesqueros también alcancen condiciones más seguras de sustentabilidad biológica.
Se ocupará un esquema de licitación diferente a los históricamente usados en licitaciones previas. Aún no son públicas las bases de licitación que definirán las nuevas reglas de subasta. Será interesante ver cómo se diseñan y cómo reacciona el mercado frente a ellas.
Ante los acontecimientos por ocurrir, parece apropiado anticipar una breve reflexión. Ya nos hemos desgastado más de dos décadas debatiendo sobre cuánto de la asignación de la cuota total quisiéramos que respete a los esfuerzos históricos de pesca y las inversiones asociadas a ellos, y cuánto asignar vía licitación.
Es cierto que la licitación representa una oportunidad de entrada y de disciplina competitiva. Pero también existen otros importantes mecanismos de entrada (transferibilidad de los derechos). Es tiempo que les permitamos operar correctamente. Para esto necesitamos terminar con interpretaciones equivocadas del espíritu de la Ley, que hoy imponen una fuerte distorsión monetaria a las cesiones temporales de cuotas. Necesitamos además inyectar más transparencia al mercado de cuotas, teniendo un registro con acceso público e información clara y completa sobre las transacciones ocurridas.
También necesitamos reglas claras y estables que entreguen certeza jurídica al emprendimiento honesto, a quien arriesga y se esfuerza confiando en las reglas ya establecidas. Soy un convencido que una precondición básica para el progreso económico es promover espíritus libres y optimistas, basados en la auto-confianza y en la propia fuerza interna para enfrentar con éxito las vicisitudes de la vida.
Un mundo con más optimistas y más progreso social requiere reglas claras y estables, dejando de lado tonos re-fundacionales en los debates y que volvamos a una convivencia más criteriosa, para confiar más los unos en los otros.
En el mundo de la pesca hay tanto aún por hacer y mejorar. Volver a tener un Instituto público de investigación pesquera con autonomía y liderazgo científico. Transparentar y racionalizar los crecientes fondos públicos que se destinan al mundo de la pesca artesanal. Dotar de más substancia a los actuales arreglos institucionales que buscan dar más espacio al análisis científico y a la participación de los propios afectados en la toma de decisiones regulatorias. Esta lista la podría seguir expandiendo. Avanzar en estos desafíos es mirar más al futuro y menos al pasado.