Columnistas

Viva la desigualdad

Daniel Contesse Vicerrector de Innovación y Desarrollo, Universidad del Desarrollo

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Hay que reconocerlo, algunos han sido muy exitosos en su esfuerzo de desprestigiar ciertas palabras. Entre algunos notables triunfos están lucro, mercado, discriminación y desigualdad. Palabras que significan simplemente lo que significan, pasan de un minuto a otro a transformase en sinónimos de lo peor. Son ahora la máxima expresión de la inmoralidad y la injusticia. El solo uso positivo de palabras como esas nos transforman inmediatamente en malas personas, egoístas, insensibles y extemporáneas. A riesgo de ser impopular, espero en esta breve columna hacer una defensa de una de ellas, la desigualdad.


No hay candidato a algún cargo en este país que no diga que luchará contra la desigualdad. Es obvio, es de sentido común, todos debemos luchar contra esa desigualdad que corroe a la sociedad y que es por antonomasia la máxima expresión de la injusticia. ¿Quién podría estar a favor de la injusticia?
Pero pensemos un poco más, sólo un poco más. ¿No es la desigualdad algo que buscamos cada uno de nosotros? Cuando estudiamos, cuando nos esforzarnos, cuando elegimos con qué vestirnos, cuando emprendemos, cuando nos premian. Estamos buscando ser distintos, es decir desiguales. Se trata en parte de la búsqueda de identidad propia y distintiva, y en parte también de una estrategia que usamos para destacar y así alcanzar nuestros objetivos.


La innovación por ejemplo es fuente de desigualdad; ¿nos parece malo eso? No sólo no nos parece malo, sino que la sociedad ha decidido premiarlo, por ejemplo a través de las patentes. Cuando un inventor descubre algo interesante (desigual), la sociedad decide entregarle un derecho por un tiempo para que desarrolle una desigualdad. La sociedad cree que ésta es una buena manera de incentivar y premiar a aquellos que se arriesgan y logran cosas valiosas. La desigualdad en este caso es un instrumento de incentivo. ¿Cómo sería el mundo de la innovación si exigiéramos igualdad?


Las organizaciones humanas, ¿no están llenas de desigualdades? Sueldos, roles, sistemas, estilos, estrategias, objetivos. ¿Queremos todo igual? ¿No es que los seres humanos nos organizamos básicamente en torno a la desigualdad? Se trata de un eficaz instrumento para que el mundo funcione.


¿No está el mundo del deporte marcado por la desigualdad? Las Olimpiadas son la máxima expresión de esto. Cada atleta busca hasta el borde de sus posibilidades desarrollar capacidades desiguales respecto de sus competidores. ¿Es injusto esto?


Asociar la desigualdad a la injusticia no es más que un intento de cambiar la naturaleza de las cosas. La desigualdad es una expresión natural del ser humano y eso no tiene nada de injusto. Somos diferentes no somos iguales, somos desiguales y eso nos hace una sociedad más rica, más valiosa.


No dejemos que algunas ingeniosas campañas logren su objetivo de tergiversar el diccionario, y más grave aún, satanizar ideas y conceptos que en sí no tienen un carga moral y que son una parte consustancial del ser humano.

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