Tormenta en el horizonte
KENNETH BUNKER, Académico Facultad de Economía, Negocios y Gobierno USS
Por primera vez, el Partido Comunista tendrá opciones reales de llegar a la presidencia de la República. La noticia es inédita y supone un gran terremoto en el oficialismo, que queda completamente a traspié para enfrentar lo que viene.
Por lo pronto, implica el fracaso del Frente Amplio, que, luego de haber llegado inesperadamente al poder, cae en desgracia antes de siquiera terminar su período. La incapacidad del Presidente Boric para proyectar siquiera su escaso capital político hacia la candidatura de su propio sector no solo evidencia el colapso electoral del Frente Amplio, sino también la bancarrota de su proyecto programático, que ha sido descartado por la ciudadanía como opción válida para el futuro del país.
Pero, obviamente, no es el único perjudicado. El Socialismo Democrático, que parece seguir a la deriva luego de haberse entregado al Gobierno, sufre un golpe tanto o más importante, lo que prueba una vez más su incapacidad de presentarse como una alternativa relevante ante la ciudadanía. Para ellos, la derrota de Tohá es un balde de agua fría en un momento que parecía inmejorable. Con el fracaso del progresismo, era más fácil que nunca demostrar que lo que se necesitaba era mayor moderación y gradualidad. No haber podido entregar ese mensaje demuestra no solo una carencia de liderazgo, sino también de equipos.
Por lo mismo, lo que queda en el aire son preguntas. Con la facción más extrema de las tres facciones de la coalición de Gobierno con la carta presidencial en la mano, queda por ver la extensión del daño que las animosidades de campaña derramarán en lo que viene.
En esta línea, el principal asunto a observar es la forma en que la coalición liderada (o supuestamente liderada) por el Presidente Boric enfrentará las negociaciones de listas legislativas y todo lo que eso implica. Porque si el Socialismo Democrático no apoya a Jara, como adelantaron varias figuras del partido en medio de la campaña, la ventaja natural que se había generado a favor del oficialismo -ante la división de la derecha en dos- podría esfumarse de la noche a la mañana.
Con Tohá había un poco más de certidumbre, ya que era más fácil ver que el PC no solo la apoyaría, sino que además se conformaría con lo entregado. Con este resultado, se abre una nueva incertidumbre en la coalición oficialista, donde todo —incluyendo la aparición de un candidato alternativo por la centroizquierda y una batalla legislativa a muerte— se vuelve posible.
En cualquier caso, la tormenta en el horizonte para el oficialismo es exactamente el clima que necesitaba la oposición. Luego de haber quedado marginada del debate público durante el mes de campaña y enfrascada en disputas internas, ahora tendrá la oportunidad de volver a la primera línea de la agenda nacional con un fuerte discurso contra la extrema izquierda, que sin duda será tomado en cuenta por el electorado de primera vuelta, que no solo es mucho más amplio y diverso que el padrón militante de las primarias, sino que además suele preferir “el mal menor” cuando se le obliga a votar.