“Chile es subdesarrollado en acceso de inversionistas a productos”

“En Chile, a diferencia de mercados más desarrollados, el acceso que tienen los clientes, inversionistas, hacia productos de inversión, está restringido por los productos que ofrece la misma institución en la cual tienen su cuenta”, remarca Rafael Ariztía, socio del multi family office MFO Advisors. El ejecutivo, quien estuvo cuatro años en La Moneda a cargo de la modernización del Estado, bajo el mandato de Sebastián Piñera, apunta a la necesidad de que una cuenta de inversión pueda acceder a todos o a la mayor parte de los productos de ese país o el mundo. “Eso es lo que se llama una arquitectura abierta”, explica.

-¿Qué consecuencias tiene una “arquitectura cerrada”, como la nuestra?


-Hace que la competencia sea muy imperfecta y, por tanto, los costos que enfrentan los inversionistas sean más altos. Además, el mercado no se puede desarrollar en plenitud y acceder a innovaciones que en otros países han implicado un tremendo beneficio para los inversionistas, como por ejemplo, el crecimiento global de los ETF. Éste es un perjuicio, principalmente, para inversionistas más pequeños, porque los más grandes sobrepasan esa barrera, teniendo múltiples cuentas (...).

-¿Por qué el mercado no ha avanzado en la dirección propuesta?


-El nuestro es un mercado relativamente chico y, por tanto, los incentivos a romper las arquitecturas cerradas son bajos, y es muy costoso para un entrante lograrlo. La industria debiera ver esto con ojos de largo plazo y considerar la tendencia mundial, pues sería raro que Chile se transformara en una isla.

-¿Actualmente lo es?


-Chile está en una situación de un mercado subdesarrollado en términos de la administración del acceso que sus inversionistas tienen a productos.

-¿Qué es recomendable para un cambio, la autorregulación o la regulación?


-Yo esperaría que la industria financiera avanzara a entender que, en beneficio de los clientes, las arquitecturas debieran abrirse. La contrapartida sería que el regulador tome la iniciativa. Esto, normalmente, termina siendo contraproducente.