En los casi ocho meses que lleva como presidente de Estados Unidos, Donald Trump nunca había tenido una prueba de liderazgo tan importante como la que tiene ahora.
El presidente fue duramente criticado hace meses, cuando defendió a participantes de una manifestación neonazi en Virginia, en la que una persona falleció tras ser arrollada.
Pero esta mañana, el país vive el peor tiroteo de su historia moderna, luego de que un hombre abriera fuego en un concierto en Las Vegas, dejando, hasta ahora, a 50 muertos y más de 200 heridos, antes de ser abatido por la policía.
"Mis más cálidas condolencias y simpatía a las víctimas y familias del terrible tiroteo en Las Vegas. Dios los bendiga", escribió el mandatario en Twitter.
En un comunicado, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, manifestó que "todos los afectados están en nuestros pensamientos y oraciones".
El tiroteo podría reabrir el debate sobre la tenencia de armas en Estados Unidos, una de las discusiones más divisivas que tiene el país. El Partido Republicano de Trump, especialmente su facción más conservadora, el Tea Party, defienden fuertemente el derecho de los estadounidenses a comprar armamento y el propio mandatario se ha mostrado abierto a relajar los chequeos necesarios para adquirirlo.
El año pasado, el tema volvió a la palestra con la muerte de 49 personas en la discoteca Pulse, en Orlando, también en un tiroteo. El entonces presidente, Barack Obama, también había tenido que responder a la muerte de 27 personas, 20 de ellas niños, en la Escuela de Sandy Hook, en Connecticut, en 2012.
La tragedia también encuentra a Trump cuestionado por la velocidad con que Estados Unidos ayuda a Puerto Rico, luego de que el huracán María devastara la isla. El fin de semana, el presidente dijo que las autoridades de la zona "quieren que hagamos todo por ellos".
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