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Rodrigo Aravena: “La austeridad debe ser prioridad por un buen tiempo si queremos mejorar la situación fiscal”

Para el economista jefe del Banco de Chile, la discusión sobre cómo reducir los déficit de las arcas públicas es algo que debe estar en primera línea desde ya.

Por: Denisse Vásquez H. | Publicado: Lunes 24 de julio de 2017 a las 04:00 hrs.
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El economista jefe del Banco de Chile, Rodrigo Aravena, está preocupado por la situación de crecimiento del país: para este año espera que el PIB se expanda apenas 1,4%, que subiría a algo por encima de 2,5% en 2018. Sin embargo, cree que en los años posteriores se deberá hacer muchos esfuerzos para lograr crecer sobre el 3%.

La razón es que las condiciones estructurales que han desacelerado la actividad -como los cambios demográficos que está viviendo el país y la necesidad de desarrollar sectores productivos distintos al cobre- no desaparecerán, a lo que se suma que el rol que pueda tener la política fiscal para enfrentar el crecimiento en los próximos años “es sumamente límitado”.

- ¿La próxima administración va a enfrentar un escenario muy restrictivo? ¿Tendrá que partir con un ajuste fiscal?

- Si entendemos el ajuste fiscal como reducción de déficit tanto efectivo como estructural y crecimientos acotados del gasto, definitivamente en lo único que podemos pensar hacia adelante es en ajustes fiscales. El escenario fiscal se ha deteriorado, eso quedó en evidencia con el cambio en la clasificación crediticia y esto es una razón más para pensar en una política fiscal que sea menos expansiva en el futuro.

La prioridad aquí es mantener los niveles de deuda, reducir los déficits y eso implica que simplemente en los próximos años Chile no va a tener espacio fiscal para estimular la demanda y hay que potenciar otras fuentes de crecimiento económico.

- ¿Qué tan compleja se viene la discusión del Presupuesto 2018 y qué tan austero debería ser?

- Quizás el próximo año podamos tener un aumento transitorio del gasto, pero básicamente por efecto de la reforma tributaria que hará que aumenten más los ingresos, pero de ahí en adelante uno no debiera pensar en un crecimiento del gasto muy superior al 2%. Hay que ver qué ocurre con crecimiento, pero definitivamente vamos a estar en un ambiente bastante desafiante en materia fiscal, porque está la necesidad y la prioridad de ir reduciendo los déficits y eso implica necesariamente crecimiento más acotado del gasto.

- ¿Eso significa que la austeridad va a seguir marcando la discusión presupuestaria los próximos años?

- La reducción de déficit es algo que toma tiempo, la recuperación de crecimiento económico es gradual, el ajuste del gasto también toma algún tiempo y, dado que tenemos poco o nulo margen de error, debe estar presente en todo momento la austeridad fiscal.

Hemos visto esfuerzos cuando el gasto fiscal pasa de crecer de un 9% a un 3% en tres años, pero eso no evitó tener un cambio en la clasificación crediticia. Por ende, la austeridad debe ser una prioridad por un buen tiempo si queremos mejorar la situación fiscal.

-¿Cuánto podría ayudar un mayor PIB a la situación fiscal?

-Simulaciones arrojan que al comparar un país que crece cuatro años al 4% con uno que crece a tasas inferiores al 2%, podemos tener diferencias de recaudación superior a US$ 6.000 millones o más al cabo de ese período. Es preocupante que el défict haya subido a niveles de 3% pese a la reforma tributaria y al esfuerzo en reducir el aumento del gasto. Eso nos dice que el crecimiento económico ha jugado un rol fundamental en las arcas fiscales.

Y si el crecimiento económico se mantiene en los niveles que tenemos hoy, podría llevarnos a que en unos dos o tres años más nuevamente estemos enfrentando perspectivas negativas de la deuda.

Culpas y mea culpa

-La derecha culpó al gobierno por la rebaja en la clasificación de riesgo. ¿Podría haberse evitado?

- Los niveles de deuda bruta han estado aumentando continuamente desde 2007, cuando ésta era de sólo 4% del PIB (ahora es 21,5%). En este proceso ha sido determinante la caída en el precio del cobre, la sobreestimación en parámetros estructurales, el menor crecimiento económico y la aceleración en el incremento del gasto, sobre todo en el año 2015, cuando aumentó casi 9%.

Sin embargo, hay que tener en consideración que cerca del 60% del incremento de la deuda en relación al PIB se ha generado durante los últimos 4 años. Obviamente, si el deterioro fiscal hubiese sido a una menor velocidad, la probabilidad de un downgrade habría ido mucho más baja.

- Mencionó la sobreestimación de los parámetros estructurales. ¿Eso incluye un mea culpa tomando en cuenta que forma parte del comité de expertos?

- En esto nos hemos equivocado todos, todos. Las estimaciones de crecimiento tendencial han sido realmente un desafío gigante no solamente en Chile, sino que en todo el mundo. Y en Chile el error ha sido más bien transversal, en las estimaciones del ciclo que ha hecho el Banco Central, el gobierno y en las proyecciones del sector privado.

Pero creo que más importante que preguntarse por qué nos equivocamos se debe buscar la manera de minizar el daño, el impacto negativo a raíz de estos errores. Hoy tenemos un déficit de 3% del PIB y un estructural mayor al 1% del PIB después de 15 años de aplicación de la regla. ¿Era el resultado esperable? Probablemente, no. Entonces, a partir de eso aprendimos que los errores en los cálculos estructurales en las estimaciones de ciclos tienen costos.

- ¿Se debe actualizar la regla fiscal?

- Es necesario revisar y corregir algunos aspectos de la regla fiscal, sin lugar a dudas. Es una materia que el Consejo Fiscal Asesor tiene que mirar.

Al ver los resultados efectivos de la deuda con la existencia de una regla fiscal, queda en evidencia que hay espacios para revisar e internalizar lo que realmente está pasando en términos efectivos y no quedarnos solamente con el tema estructural.


 

¿Recorte de tasas?: "La pregunta es cuándo y cuánto"

Para el economista jefe del Banco de Chile la posibilidad de que la política monetaria se torne más expansiva ha aumentado considerablemente. ¿Las razones? Son varias, dice. Por ejemplo, desde hace varios meses ve señales desinflacionarias, un deterioro en el mercado laboral y que la recuperación económica permanece ausente, lo que desde su punto de vista da cuenta de que ya se está consolidando un escenario más desinflacionario de lo que se esperaba.

"Con los datos que tenemos hoy, perfectamente se puede pensar en tasas más bajas más adelante, pero cuánto y cuándo va a depender de los próximos datos y de las expectativas del mercado", sostiene.

Aravena remarca que los datos de IPC de julio y agosto serán determinantes en la decisión, ya que la gran pregunta es que si la sorpresa inflacionaria que tuvimos en junio, con un IPC de -0,4%, se trata de un fenómeno puntual o no. Bajo su punto de vista no lo es, tomando en cuenta que seis divisiones tuvieron caídas de precio en el mes y los índices de difusión muestran que no más de 40% de los artículos subió de precio, lo cual es algo bajo para esta época del año. "Si volvemos a tener tasas de inflación bajas este mes y el próximo, hay una probabilidad importante de tener 25 puntos o 50 puntos adicionales de recortes de tasas", sugiere. Agrega que si terminanos este año con una inflación cercana al 2% (su pronóstico es de 2,3% y el próximo año algo por debajo de 3%), "la pregunta es ¿qué cosa justificaría no seguir bajando la tasa de interés". Con todo, cree que el Banco Central esperará que pase el IPoM de septiembre antes de actuar,ya que en ese mes además tendrá mayor claridad de las proyecciones para la política fiscal. "Si existe moderación, con un gasto que crece de forma acotada, obviamente eso facilitaría bastante el espacio para tener un recorte adicional de tasas".

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