Telecom/Tecnología

Los bancos se quedan al margen del negocio de fusiones tecnológicas

Las grandes operaciones actuales en Silicon Valley se cierran sin recurrir a bancos de inversión. Entienden que un banquero no tiene ni conocimiento ni “visión” sobre la industria.

Por: | Publicado: Jueves 28 de agosto de 2014 a las 05:00 hrs.
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Es época de fusiones en Silicon Valley. Según Mergermarket, a junio de 2014 se concretaron más de US$ 100.000 millones en operaciones de tecnología. Las cifras para el segundo semestre probablemente sean aun superiores. El recuento de fin de año incluirá la adquisición de WhatsApp por parte de Facebook (US$ 19.000 millones) la compra de Micros Systems por parte de Oracle (US$ 5.300 millones) y una entrada significativa del tímido Apple, que acordó la compra del fabricante de auriculares Beats (US$ 3.000 millones).

En medio de este escenario, falta un elemento: los bancos. Los bancos de inversión acostumbran obtener grandes comisiones cuando los clientes corporativos absorben otras empresas. Pero muchas operaciones grandes se cierran sin que el comprador utilice ningún banco de inversión en absoluto.

Se trata de un escenario alentador para los que piensan que las empresas de servicios financieros en general, y los bancos de inversión en particular, son demasiado grandes y demasiado importantes. Ser banquero de inversión parece que dejó de ser visto como la mejor manera de que un recién graduado joven y talentoso alcance un gran éxito. Los niños inteligentes se están radicando en San Francisco en lugar de Nueva York o Londres. Financian sus emprendimientos con dinero de la costa oeste, construyen sus empresas con talento de la costa oeste y ven ofertas multimillonarias que se realizan entre miembros de su grupo de pares de la costa oeste.

Muchas empresas de tecnología se están dando cuenta de que los bancos ni hacen falta, según informo el diario The New York Times esta semana. Un analista de Morgan Stanley munido de una proyección de flujo de caja descontado con un precioso formato no podría ayudar a Mark Zuckerberg, el director ejecutivo de Facebook, a descifrar si Snapchat vale US$ 1.000 o 10.000 millones, ni si WhatsApp vale US$ 2.000 o 20.000 millones. Al fin y al cabo, Zuckerberg sabe mejor que nadie que una operación que hoy parece ventajosa mañana puede transformarse en la ganga del siglo.

Las grandes operaciones actuales de Silicon Valley no se basan en sinergias corporativas ni en el nivel en que las utilidades por acción aumentarán después del cierre de la transacción. Por consiguiente, no se basan en el tipo de cosa que los bancos pueden modelar. (Muy pocas de las empresas adquiridas tienen siquiera ganancias; algunas ni tienen ingresos.)
Por el contrario, se basan en atributos mucho más difíciles de cuantificar.

¿El producto de esta empresa cambiará el modo en que miles de millones de personas interactúan? ¿Lo maneja un tipo de visionario que sería un competidor letal si no se lo suma hoy a la empresa? En situaciones como estas, poco importa si la empresa adquirente paga de más. Después de todo, las grandes empresas de tecnología nunca tuvieron más efectivo del que tienen en la actualidad y poner a trabajar el dinero les está costando tanto como a cualquier otro.

La lógica de la adquisición de WhatsApp por parte de Facebook es simple: captar parte del tiempo que las personas pasan usando su celular es más importante que el dinero. Quiere convertirse en la empresa de tecnología dominante en la era de los teléfonos celulares. Esta no es un área en la que los bancos puedan ayudar. En verdad, traerían más problemas que otra cosa, agregando más reuniones y planillas de cálculo que sólo sirven para desalentar un objetivo potencial. Los fundadores no quieren negociar con ejecutivos de banco: quieren negociar con pares fundadores, tales como Larry Page o Zuckerberg.

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