Economía

Clara Rojas El Sí de una víctima que perdonó a las FARC

La hoy congresista estuvo seis años secuestrada y dio a luz a un hijo en cautiverio. Pese a todo eso, apoyó el acuerdo que Colombia rechazó.

Por: Ignacio Gallegos F. Enviado especial a Bogotá | Publicado: Viernes 7 de octubre de 2016 a las 04:00 hrs.
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Dice que perdonó a sus captores el día en que la liberaron. Dice que no podía dejar que los seis años que pasó recluida en la selva la llenaran de resentimiento. Dice que perdonó por ella y por su hijo, Emmanuel, a quien concibió y dio a luz mientras era rehén de las FARC y quien le fue arrebatado de sus brazos cuando aún era un bebé. Todo eso lo dice con una sonrisa, con el rostro lleno de esperanza, minutos después de votar por el Sí a un acuerdo de paz entre el gobierno de Colombia y la mayor guerrilla de ese país. Horas antes de que las autoridades reconozcan la victoria del No.

El día en que los colombianos sorprenderán al mundo, Clara Rojas -abogada, congresista y ex rehén de las FARC- llega temprano a la Universidad Sergio de Arboleda, en el este de Bogotá, para depositar en una urna su apoyo al pacto que firmaron el presidente Juan Manuel Santos y el jefe guerrillero conocido como Timochenko. Hace apenas una hora que están abiertas las mesas de votación y, aunque llueve copiosamente en gran parte del país, ya hay filas en los grandes centros de sufragio.

En la capital colombiana se respira un aire de historia. Incluso quienes ven con malos ojos el acuerdo reconocen que su país dará una lección al mundo, al poner fin a una guerra de 52 años con más de 220.000 muertos y millones de desplazados.

"Yo sufrí este conflicto en carne propia" dice Clara a DF minutos después de entregar su voto, "y si yo salgo resentida, salgo dolida, eso es lo que le voy a entregar a mi hijo toda la vida. Tuve muy buenas personas que me dijeron: deje todo ese dolor en las manos de Dios y haga su vida. Y eso hice".

Días antes, estuvo en Cartagena de Indias, donde líderes políticos de todo el mundo se vistieron de blanco para ser testigos de la firma del acuerdo. Asistió junto a Emmanuel, ahora de doce años, quien, dice, "es un niño feliz, normal, como todos los de su edad".

Ese niño vivió sus primeros años con la familia sustituta a la que lo entregaron los guerrilleros y recién se reunió con su madre cuando tenía tres. No se han separado desde entonces.

Hace semanas, en una actividad de su colegio, Emmanuel tuvo que dibujar cómo imaginaba la paz. "Dibujó una paloma en el nido", cuenta Clara. "Me explicó que para él la paz es así, es una paz tranquila. Es una paloma en el nido".

El carcelero encarcelado


La historia de Clara Rojas se convirtió en un símbolo de la crueldad de la guerra colombiana. Sus compatriotas aún la recuerdan como la mujer que dio a luz en la selva, en las condiciones extremas del secuestro. Cuando fue capturada, en 2002, era jefa de campaña de la entonces candidata presidencial Ingrid Betancourt, con quien compartiría el presidio.

Tanto su captura como su liberación -que se concretó en enero de 2008, en medio de una fuerte presión internacional y con la intervención del entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez- ocurrieron en una etapa violenta de la guerra. Colombia era gobernada por Álvaro Uribe, quien condujo una estrategia militar agresiva contra la guerrilla, bajo el nombre de "política de seguridad democrática".

En 2011, cuando Juan Manuel Santos lanzó la etapa pública del proceso, Clara no dudó en respaldarlo. "Ellos" dice, en referencia al uribismo, "ya habían tenido ocho años de seguridad democrática y no habían logrado someter a todas las fuerzas de las FARC. Habían dado bajas importantes, pero no lograban terminar el conflicto por la vía militar. ¿Qué alternativa se presentaba? Pues la negociación".

El uribismo se opondría a esa negociación y a sus resultados esgrimiendo, como uno de los grandes argumentos por el No, el de la impunidad: el acuerdo incluía una justicia transicional que evitaba las penas de cárcel para los guerrilleros.

A Clara no le importa. Ella no está interesada en ver a sus captores tras las rejas.

"La cárcel lleva al hombre a su peor condición", dice, y cuenta que ya tuvo la oportunidad de visitar a uno de sus carceleros en prisión. Él le pidió perdón. "Yo entendí que, por lo menos este carcelero, que era uno de los comandantes, no de los jefes, entendió que había causado mucho daño. Por lo menos así lo manifestó".

Al votar por el Sí, Clara respalda el uso de penas alternativas para los criminales de guerra. "Muchos quisieran que los guerrilleros pasaran 30 o 60 años en cárcel, pero me parece que no se justifica, ni para ellos ni para nadie. Generar penas alternativas es una vía práctica, porque las cárceles colombianas tienen hacinamiento y meterlos allá es hacer que aprendan más mañas o sigan operando. Si se les pone a trabajar en obras sociales, por lo menos hay una perspectiva de resocialización".

La batalla política


Cuando habla del perdón, Clara Rojas piensa en su madre.

Días antes del plebiscito -en que votaron poco más de 13 millones de personas, de las casi 35 millones habilitadas-, Clara González de Rojas falleció en Bogotá.

En una carta publicada en la revista Semana y dirigida a Emmanuel, la congresista recuerda de su madre "sus mensajes en la radio, su tono, su voz (...) Tantas veces, además de pedir nuestra libertad, pidió, clamó por la paz en Colombia. En su momento me asombraba: pedir por nuestra libertad era toda una hazaña, pero atreverse a clamar por la paz en tiempos de conflicto, sí que era una osadía".

Clara González de Rojas vivió el llamado 9 de abril colombiano, cuando, en 1948, el asesinato del candidato a la presidencia Jorge Eliécer Gaitán desató una ola de protestas y violencia. Aunque fue una experiencia dura, no le transmitió el dolor a su hija.

"A mis padres les quitaron sus fincas y se las incendiaron", cuenta la hoy abogada y agrega: "Yo nunca les escuché una palabra de amargura. Yo aprendí en mi familia a manejar la violencia, a ver el pasado sin odio".
Es una enseñanza que quiere transmitir a Emmanuel y, de paso, al resto de Colombia. Desde su escaño en el Congreso -al que llegó en 2014, a la cabeza de una lista del Partido Liberal-, intenta promover una Ley de Víctimas que asegure la búsqueda de la verdad y la garantía de no repetición.

No se opone a que ex guerrilleros puedan postular a cargos de representación política, otro de los puntos de los acuerdos que motivaron la campaña por el No.

"Yo no votaría por ellos. No me parecen atractivos, pero soy flexible a que participen", señala, y añade que "la actividad política no es fácil. No lo es para nosotros, menos va a serlo para ellos. Va a depender de que se ganen la confianza de la gente, lo cual veo difícil".

Paz es paz


"Acá en Colombia hay un dicho: es preferible un mal arreglo que un buen pleito" dice Clara, al explicar su apoyo al Sí. Agrega: "este no es un acuerdo perfecto, pero es el que lograron. Aquí lo que va a haber es paz".
Esa paz, señala, tiene implicancias prácticas. "No vamos a tener 6.000 hombres al servicio de la muerte y del daño y van a salir 15.000 armas del mercado del conflicto. Eso es muy valioso, porque nos garantiza que esta gente no va a tener ni los hombres ni las armas al servicio del mal".

La paz que sueña Clara Rojas tardará aún en llegar. Su voto es uno entre los 6.377.482 que obtuvo el Sí, que ganó en las zonas rurales, las más afectadas por el conflicto, además de la capital del país. No fue suficiente. Las grandes urbes, como el departamento de Antioquia (donde se emplaza Medellín, la segunda mayor ciudad del país) o el de Santander, giraron el resultado a favor del No por apenas 60.000 votos.

Para Clara, el resultado significa que aún queda trabajo por hacer. Ella puede haber perdonado, pero, al parecer, Colombia aún no.

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