Hace un año el ánimo de los ejecutivos locales, según el Barómetro de Empresas realizado por Deloitte Chile, era de incertidumbre. Doce meses después este ánimo cambio de color a “pesimismo”. Mayoritariamente, estos ejecutivos creen que el clima de inversiones hoy es peor que hace un año y en sus proyecciones para lo que viene este 2016, “peor” es también el calificativo que usan para describir cómo serán las cosas respecto del 2015. En resumen: desalentador total.
Es verdad que las noticias sobre el panorama macroeconómico en los frentes interno y externo en nada ayudan. Las señales negativas se disparan desde todos los frentes. La Encuesta de Expectativas Económicas (EEE) del Banco Central achicó la proyección de crecimiento del PIB para 2016 a 2,1%; los expertos que estimaban un crecimiento de la actividad económica para noviembre recién pasado de 2,7%, se tuvieron que contentar con un débil 1,8%. En paralelo, se deterioró la capacidad de recuperación de la economía chilena y los niveles de consumo e inversión interna siguen bajos. Sobre China, el motor de todo, cada vez hay más ojos mirando con desconfianza los números oficiales sobre la real expansión de la economía.
Con todo esto dando vueltas, me siento algo culpable de estar optimista respecto de lo que se viene por delante. La industria inmobiliaria siempre se ha movido con los ciclos económicos, tanto en sus crisis como en sus bonazas. No obstante, las señales del último tiempo nos siguen confirmando que apostarle al optimismo en este sector económico puede traer buenos dividendos. El alto nivel de ventas alcanzado el 2015 por el efecto IVA no se mantendrá el 2016; sin embargo, deberán ejecutarse todas las obras vendidas el año pasado, por lo que esperamos que este impulso mantenga el mercado activo gran parte del año.
Si bien otros nichos de esta industria no muestran “brotes verdes”, se ha detenido la escalada de vacancia en el mercado de oficinas. Las estimaciones van hacia una disminución moderada en los precios de arriendo de estas, lo que redundará en un ajuste a la baja en las rentabilidades de activos de renta. Si no se pierde el foco de que se trata de inversiones de mediano y largo plazo, pues las buenas noticias en el futuro pueden provocar giros importantes aquí. Esperamos que el 2016 se produzca un ajuste a la baja en la rentabilidad de activos inmobiliarios, dando pie con ello a quienes estén dispuestos a recibir retornos más bajos pero, con un menor nivel de riesgo, que las inversiones financieras o accionarias.