Comunidades: una relación a escala humana
Alejandra Álvarez Gerente de Asuntos Corporativos Mainstream
N o es novedad que hoy toda empresa no debe preocuparse solo de su eficiencia y productividad, sino también de su entorno y la comunidad que lo rodea para tener un desarrollo sustentable. Ya no basta solo con garantizar la viabilidad técnica de un proyecto, sino también es esencial velar por su viabilidad social, es decir, la aceptación y confianza de las comunidades.
Las firmas están invirtiendo cada vez más recursos y energía en generar programas que las ayuden a obtener la licencia social para construir y operar sus proyectos. Algunas, con el legítimo afán de ser exhaustivas, generan procesos complejos y descuidan lo más importante: desarrollar relaciones interpersonales basadas en el diálogo y la confianza para acordar la mejor forma de compartir el territorio. Para esto, es necesario que la empresa participe de forma activa en la vida de las comunidades, y al mismo tiempo, que cada comunidad pueda contribuir al diseño del proyecto para que éste se ajuste a la cotidianidad y objetivos de desarrollo de los vecinos.
La falta de reconocimiento de la importancia de la relación entre personas, y la orientación exclusiva de las firmas en financiar proyectos sociales, ha provocado muchos conflictos internos dentro de las organizaciones sociales y entre los distintos grupos. En este sentido, algunas entidades sociales que han sido apoyadas por empresas por muchos años, se les ha olvidado su objetivo primordial al establecerse como grupo organizado, y se han volcado a sólo existir para relacionarse con las firmas.
En los últimos años las empresas hemos intentado abandonar nuestro rol asistencialista, pero en la práctica, nos falta avanzar más aún. Debemos establecer relaciones con las comunidades donde el respeto mutuo sea fundamental, donde el proyecto no sea el único punto de encuentro, sino que lo sea el territorio, y donde el conocimiento científico no sea más importante que el conocimiento local.
Las firmas debemos contribuir a fortalecer las organizaciones sociales para que éstas sean autónomas, y no generar la dependencia de ellas en los proyectos sociales que financiamos. En este sentido, las compañías debemos transformarnos en un vecino participativo y cooperador en vez de intentar reemplazar al Estado.
En Mainstream lo hemos entendido de esta manera. Intentamos crear un clima de confianza que permita un diálogo inclusivo donde las comunidades se hacen parte del diseño del proyecto y nosotros participamos activamente en las actividades de sus territorios. Gracias a esta visión sobre la importancia del vínculo con las comunidades, que usamos en los cuatro continentes donde estamos presentes, podemos empatizar con la experiencia de cada comunidad en particular.