El pasado 6 de diciembre la prensa nacional hizo pública la noticia de que el Ejecutivo había desechado la fórmula conversada en la anterior administración entre Bolivia y Chile para establecer un enclave en la costa de la Primera Región, en un lugar al sur de la quebrada de Camarones y al norte de Iquique, con posibilidades de construir un muelle para la exportación de minerales y de construir una zona urbana y turística en el lugar, todo esto acompañado con un área de territorio de 400 kilómetros cuadrados.
Estas conversaciones fueron desechadas por el nuevo gobierno por ser altamente inconvenientes para el interés de Chile. La prensa no daba nombre de la posible ubicación de este enclave, pero para quien conocemos el litoral de la Primera Región, no había otro lugar que Pisagua, lugar deducido de las referencias hechas a otras caletas de ese litoral. La característica de la costa, desde Arica a Iquique es de gran altura y en donde la pampa cae abruptamente desde los 700 metros sin dejar espacio para desplayes extendidos, siendo esta costa profunda y sometidas a un fuerte oleaje proveniente del sur. La única posibilidad de construir un muelle para embarcar minerales como era el posible acuerdo y de tener playa para turismo se encontraba sólo en la actual Pisagua, a la que se puede acceder por camino pavimentado y, cuando esta caleta era puerto de embarque de salitre, era accesible por ferrocarril. El oleaje rompe permanentemente y el fondeadero es profundo de manera que a menos de 200 metros de la playa, ya las profundidades caen por sobre los 50 metros. La playa es pedregosa y sólo hay arena en el sector norte del puerto en donde la costa vuelve a cerrarse para seguir acantilada hasta Camarones. Esta última caleta es muy angosta y de permanente oleaje con gran fondo lo que la hace inservible para construir un muelle. Más al norte se encuentra caleta Vitor, peor aún que la anterior y con un gran oleaje del sur que la hace inútil. Bajo el punto de vista oceanográfico, la costa no ofrecía otra solución mejor que Pisagua y aún así, hubiera demanda de grandes inversiones.
El enclave con la costa que se ofrecía, no sólo dividía al territorio en dos, sino que además creaba un serio problema en relación a lo dispuesto por la Convemar, en materia de mar territorial y autoridad marítima con todas las obligaciones que esto conlleva, sabiendo que Bolivia no ha firmado esta convención. Al comienzo no habría problemas, pero a poco andar vendrían los deseos y apetitos de tener una mayor injerencia en los temas marítimos. Por ejemplo, tendría el enclave mar y cuál sería el estatus de este espacio bajo el punto de vista jurídico? Seguiría Bolivia siendo un país sin litoral bajo el punto de vista internacional con todas las ventajas que esto significa? Se habría puesto como condición que Bolivia firmara la Convemar y fuera parte de ella si la idea del enclave hubiera avanzado? Y la función de la policía marítima? La solución que se había conversado era el inicio de un nuevo gran problema. Lo que pretende Bolivia no es posible, si trata de desconocer los tratados vigentes. Fue correcta la decisión de rechazar estas conversaciones. El litoral y el mar no están en juego.