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La Salud enferma

Luis Larraín Libertad y Desarrollo

Por: Luis Larraín | Publicado: Martes 11 de abril de 2023 a las 04:00 hrs.
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Luis Larraín

La salud de los chilenos tiene problemas, pero no por una condición crítica que amenace con un colapso. La esperanza de vida al nacer, el indicador más reconocido, es mayor en Chile que en Estados Unidos, aunque con una disparidad que revela problemas. Sin embargo, una combinación de factores que creíamos de baja probabilidad amenaza a nuestro país y afectaría con gran impacto la salud de todos.

En efecto, lo que hemos visto emerger con fuerza en otro ámbito, el de la criminalidad, nos puede sumir también en materia de salud en una profunda crisis. Hay elementos comunes que remiten a cuestiones como ineficiencia en la gestión, politización y captura de organismos y alarmante falta de una mirada integradora y liderazgo, que nos acercan a un Estado fallido.

“Los chilenos no han aquilatado la gravedad de la crisis de las Isapres. Esto, porque en salud están arraigados una serie de mitos que están anestesiando a la población”.

Los chilenos no han aquilatado la gravedad de la crisis de las Isapres. En salud están arraigados una serie de mitos, a los que me referiré enseguida, que están anestesiando a la población. El aumento de costos de la salud, un fenómeno mundial porque todos queremos acceder a nuevas prestaciones que la tecnología ofrece, se enfrenta en Chile de dos maneras: en el sistema público (mayormente gratuito) con listas de espera y colas; en el sistema privado con aumento de precios. En el primer caso se puede literalmente morir esperando, en el segundo sin un buen seguro se puede terminar en la ruina.

Paso a los mitos. El primero es que un fondo único de salud mejoraría la salud de los más pobres, porque sería solidario. El segundo mito es que si quiebran las Isapres (porque no pueden subir los precios ni cobrar más a los riesgosos según los tribunales) seguiría existiendo una opción de calidad, pues tendríamos un seguro público básico (Fonasa Plus, lo llama su director) reforzado por seguros complementarios de compañías de seguros privadas. El tercer mito es que, si se eliminan las Isapres, Fonasa podría funcionar junto a clínicas, centros médicos y otros prestadores privados, de modo que igual subsistiría una salud privada de calidad.

El primero mito se cae simplemente mirando las cifras, que nos dicen que el gasto por persona anual de Fonasa en prestaciones de salud en 2021, $ 651.000, supera al de las Isapres. Si bien la peor condición de salud de los afiliados a Fonasa compensa esta diferencia, no hay un pozo adicional de dinero proveniente de los ex Isapre que pueda usarse para mejorar a los de Fonasa.

El segundo mito cae porque los seguros complementarios de salud pagan después de lo que cubren las Isapres y duran un año. Desaparecidas éstas, su cobertura actual (75% del costo aproximadamente) bajaría a una fracción menor (cerca de 30%) del costo de la prestación. El Fonasa tendría que recibir a tres millones de asegurados, entre ellos 360.000 enfermos crónicos, y difícilmente superará los problemas de eficiencia de un seguro único, como el NHS inglés, que causa profundo descontento por sus largas listas de espera.

El tercer mito se cae porque Fonasa, convertido en seguro único de primer piso, tendría un poder negociador que presionaría a los prestadores privados, deteriorando la calidad que ofrecen hoy día. La UNAB ha calculado que los ingresos de los prestadores caerían al 50% y los de médicos disminuirían en 35%. Además, se detendrían las inversiones. La quiebra de Isapres afectaría también a prestadores, a quienes éstas les deben hoy más de 500.000 millones de pesos.

La crisis, entonces, será sistémica y el Minsal parece no haberse percatado; por su parte la Super de salud lleva cinco meses sin cumplir la instrucción de reglamentar los fallos de los tribunales.

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