A nivel mundial, el apagón del 25 de febrero está entre los de mayor duración de este siglo. La propagación de la falla, dejó al descubierto la obsolescencia de normativas y las deficiencias en la capacidad ejecutiva del Coordinador Eléctrico Nacional.
Según reporta el informe del Coordinador, en el instante posterior a la falla, el Sistema Interconectado se separó en dos sistemas aislados. En el sistema Norte, excedentario de generación, los esquemas de desconexión operaron por debajo de lo instruido; aun así, tras cuatro minutos, el sistema colapsó por sobrevoltaje y por la falta de reservas de generación, en buena parte, abastecidas por unidades desde el sistema Sur.
“No se notan cambios relevantes en la operación, en la normativa, ni tampoco en la regulación que gobierna al Coordinador. El riesgo de tener un nuevo apagón de larga duración es bastante similar”.
En el sistema Sur, deficitario de generación, los esquemas de control desconectaron consumos por debajo de los niveles instruidos por el Coordinador; incluso peor, los esquemas que deberían desconectar consumos en contingencias extremas, instruidos en 2020, con un costo de un par de millones de dólares y un tiempo de instalación de poco más de un año, aún no estaban completamente implementados. Con todo, a los cuatro segundos de la falla y, al parecer, por una desconexión abrupta de generación, el sistema, sin más recursos de desconexión de consumos, colapsó.
Una hipótesis plausible, es que la desconexión de generación en el sistema Sur podría originarse en los Pequeños Generadores (PMGD). Estas unidades son las primeras en desconectarse y su abundante generación ha transformado a algunas zonas de consumo, en zonas de generación neta. Así, al desconectarse los PMGD y al accionarse los esquemas de desconexión, en vez de reducirse el consumo, se habría agravado el déficit de generación, precipitando el apagón. La generación de los PMGD representa más del 20% del consumo, sin embargo, su impacto no fue alertado a tiempo por el Coordinador, ni tampoco considerado en las normas.
Los esquemas de desconexión son vitales para evitar la propagación de una falla, pero, no están preparados para tolerar una desconexión masiva de generación como la ocurrida el 25 de febrero. Recién ahora, el Coordinador ha recomendado solicitar a las centrales renovables la instalación de equipos que apoyen la respuesta del sistema ante fallas, una buena iniciativa, pero, que podría tardar un buen tiempo.
La demora de 32 horas en la recuperación del servicio, obedecería a fallas en los sistemas de comunicación y de control de los centros de carga de algunas empresas y a las deficiencias en la partida de la mayoría de las centrales que debían iniciar la recuperación. Las empresas no habrían realizado las debidas pruebas de estos equipos, sin embargo, aquí tampoco se conoce de acciones correctivas concretas.
En resumen, no se notan cambios relevantes en la operación, en la normativa, ni tampoco, en la regulación que gobierna al Coordinador, en consecuencia, el riesgo de tener un nuevo apagón de larga duración es bastante similar al que existía antes del evento del 25 de febrero.