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Se regala plata

Una cosa es que en las noticias salgan cosas que no lo son, pero más complicado todavía es que no estén las que sí lo son...

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Una cosa es que en las noticias salgan cosas que no lo son, pero más complicado todavía es que no estén las que sí lo son. Hace pocos días el presidente del banco central estadounidense declaró que la tasa de política monetaria se mantendría en niveles cercanos a cero hasta, por lo menos, fines de 2014. ¡Están regalando plata y no ha salido en ninguna parte! 


De acuerdo, tal vez no hizo noticia porque no es exactamente lo mismo que regalar la plata porque hay que devolverla. Pero no es menos cierto que poder tomar algo prestado sin dar nada a cambio y hacerlo continuamente es bien parecido a ser dueño.

O tal vez no hizo noticia porque no es algo nuevo. Se ha estado regalando dinero desde hace ya tiempo: van más de tres años desde que la tasa se bajó a estos niveles. Pero el que nos hayamos acostumbrado no quita que sea algo extraordinario. Uno podría haber calculado la probabilidad de ver algo así basado en 100 años de historia de esta tasa. Las chances de que cayera tan abajo como al 0,25% actual eran bastante bajas: algo así como 6%. Que se siga mantenido en este nivel hasta 2014 es algo que uno esperaría que pasara cada 70 años. Algo tan infrecuente amerita titulares.

La tasa de política es un determinante importante de las tasas que enfrentan los consumidores y las empresas. Mientras más baja, menores son los incentivos para guardar el dinero con el objeto de gastar más en el futuro y mayores aquellos para consumir e invertir hoy. La mayor demanda por bienes estimula la producción. Algo de la mayor importancia cuando el mundo está creciendo más lento de lo normal.

El dinero adicional llega a la economía de dos formas. La primera es a través de los gobiernos que están vendiendo sus bonos al banco central. Esto parece que comienza a funcionar porque finalmente los términos del financiamiento de los países, especialmente los de la periferia europea, se hacen más razonables, lo que da más tiempo para que tomen medidas más estructurales. La segunda forma es a través de los bancos que toman prestado estos fondos para, a su vez, facilitarlos a las empresas y personas. El problema aquí es que en una economía de mercado no es posible obligar a las instituciones financieras a prestar y no lo estaban haciendo porque su liquidez y solvencia estaba aun en entredicho. La buena noticia es que en EEUU el crédito -haciendo todos los ajustes correspondientes- comenzó a recuperarse a fines de 2011 y finalmente volvió a los niveles que tenía antes de la gran crisis financiera. Las malas son que los préstamos en Europa siguen cayendo.

Las perspectivas de mediano plazo para los activos de riesgo -acciones y bonos de menor clasificación- no son malas. Por el lado de los fundamentos, los consumidores han bajado significativamente su endeudamiento y las empresas muestran márgenes como no se han visto en mucho tiempo. Es decir, no sólo tienen los incentivos para consumir e invertir más hoy sino que, también, la capacidad para hacerlo. Además, si miramos las alternativas que tienen los inversionistas la cosa tampoco se ve mala. Las tasas de los depósitos por el suelo los hacen muy poco atractivos. La economía mundial, como siempre lo hace, va a recuperarse eventualmente y, cuando lo haga, las tasas de política comenzarán a subir. Y con ellas las de los bonos de mejor clasificación de riesgo. Especialmente, porque el efecto final de una expansión monetaria tan extendida será una mayor inflación en los países desarrollados. Esto genera pérdidas en su valor. Lo que iría quedando, entonces, serían las acciones de las compañías. Acciones que normalmente se protegen bien de la inflación porque los precios de los productos van siendo corregidos al alza.

Y efectivamente a los períodos de tasas de política bajas siguen rentabilidades mayores a las normales para las acciones y los bonos de mayor riesgo. Algo que tampoco ha hecho noticia...

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