Cifras difundidas esta semana confirmaron que el bloque de 17 países que integran la zona euro -uno de los socios comerciales clave de Chile- completó en el primer trimestre 18 meses consecutivos de contracción en su actividad económica, en lo que constituye la recesión más extensa desde la creación de la unión, en 1995.
Los datos del ente estadístico Eurostat indicaron que la economía de la zona euro, que genera casi un quinto de la producción mundial, tuvo una caída de 0,2% en el primer trimestre de 2013, es decir una variación el doble de profunda de lo que esperaban los analistas y pese a los discretos avances mostrados por las economías de Alemania y el Reino Unido en el inicio del año.
Si además se suman los riesgos de una deflación en la zona, hay coincidencia en que, por ahora, el panorama permanece en extremo cauteloso. De hecho, los economistas estiman que una recuperación del bloque recién podría comenzar a surgir a finales de este año -aunque de todos modos terminaría con un retroceso anual de 0,5%- para crecer un 1,4% en el 2014, de acuerdo con las más recientes estimaciones de la Comisión Europea.
Es en este complejo contexto que, lejos de relajar el ajuste, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, ha puesto de relieve la necesidad de que se debe perseverar en el saneamiento de las cuentas públicas de la zona y ha advertido que sería irresponsable aumentar el gasto público, agregando que, no obstante, ello se debe completar con reformas estructurales y con inversiones selectivas para crecer, sobre todo considerando la presión de los mercados sobre los países en situación más difícil.