El reciente triunfo de la candidata demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Hillary Clinton, en las primarias del martes en cinco estados del país volcó la atención de la carrera electoral hacia su rival, Bernie Sanders.
En circunstancias normales, este sería el momento en el que el aspirante derrotado reconoce la tendencia irreversible, saluda al vencedor y empieza a trabajar hacia la reconstrucción del partido.
Sin embargo, tras conocerse los resultados con los que Clinton hizo historia y consolidó su nominación al alcanzar 2.755 delegados, el senador por Vermont felicitó a su contendora en una conversación telefónica “muy amable” pero no reconoció su nombramiento como representante de la organización política.
Incluso, fue más allá. A pesar de haber quedado a 531 representantes de la candidatura, Sanders aseveró que continuará en campaña hasta la última de las jornadas de votación, a llevarse a cabo el 14 de junio en Columbia, e incluso hasta la convención del partido en julio.
Lo que sí aclaró es que no pondrá en peligro la victoria de los demócratas en noviembre. “Los estadounidenses nunca apoyarán un candidato cuyo principal tema es la intolerancia e insulta a mexicanos, musulmanes, mujeres y afroamericanos. No permitiremos que Trump sea presidente pero entendemos que la misión es más que derrotarlo; es transformar el país”, dijo.
El martes, el magnate había enviado un mensaje a los seguidores del senador a unirse en contra de Clinton, “la prolongación del desastre de Obama”.
Sanders, ahora en el centro de la atención política del país, también recibió una llamada del presidente Barack Obama, con quien se reunirá hoy “para continuar las conversaciones sobre temas importantes que están en juego en esta elección”, según informó la Casa Blanca.
La mirada está puesta en esta cita y la posibilidad de que, tras el encuentro, el político de 74 años decida finalmente anunciar su respaldo. Ayer, dos de sus principales partidarios en el congreso le aconsejaron que “era hora” de pensar en la unidad del partido y aceptar que la candidatura de Clinton es inevitable.
Respaldo a Clinton
El reto de la ex secretaria de Estado ahora es afianzar su estatus como candidata y seguir sumando apoyos. Se espera que, próximamente, Obama haga un anuncio formal de respaldo y se una, de frente, a la campaña contra Trump. También se habla del endoso del vicepresidente Joe Biden, y de la senadora por Massachussetts Elizabeth Warren, quienes añadirían un gran impulso a su campaña y ejercerían presión sobre Sanders para que convenza a sus apasionados seguidores de sumar esfuerzos.
Sanders siembra cambios
A pesar de que lo han tildado de testarudo y terco por enfilarse contra Clinton aun sabiendo que no tiene el respaldo suficiente para quedarse con la nominación, medios ayer reseñaban que el paso de Sanders por la campaña está dejando importantes huellas para el Partido Demócrata.
Durante esta larga contienda, logró entusiasmar a votantes jóvenes y progresistas, y además logró que Clinton girara un poco más a la izquierda su posición sobre temas polémicos como el aumento del salario mínimo o el pacto comercial con Asia. Analistas estiman que, incluso, preparó el terreno para una influencia duradera para la organización política.
Los delegados que apoyan a Sanders presionarán para que se apliquen cambios en las reglas del partido con el objetivo de que, entre otras cosas, se permita la participación en primarias de votantes independientes y se reduzca la influencia de los llamados superdelegados, que en esta oportunidad le jugó en contra al senador. Así, las elecciones de 2020 se perfilan completamente diferentes.
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