Comercio exterior

George Magnus: “No veo posible que haya en China otro período de confianza y estabilidad”

La pandemia amenaza los planes de Xi Jinping de perennizarse en el poder. Pero ¿será lo suficiente para generar cambios más profundos en el país comunista?

Por: Marcela Vélez-Plickert | Publicado: Lunes 4 de mayo de 2020 a las 04:00 hrs.
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Ilustración: Sebastián Ulloa
Ilustración: Sebastián Ulloa

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Desde Londres

China ya estaba en problemas antes de la pandemia, o al menos lo estaba la administración de Xi Jinping. En su libro “Banderas Rojas: Por qué la China de Xi está bajo amenaza”, George Magnus delinea los problemas estructurales de la segunda economía del mundo: alto endeudamiento, cambio demográfico, la posición internacional del renminbi y la presión de una clase media creciente.

Ninguno de ellos ha desaparecido, advierte el execonomista jefe de UBS e investigador del SOAS China Institute de la Universidad de Oxford. Más aún, si la pandemia ha provocado algo en China, afirma, es debilitar aún más la estrategia con la que Xi y el Partido Comunista han buscado responder hasta ahora a estos problemas: estabilidad y control. La misma que aplicaron para ocultar el brote de Covid-19 en su primera etapa, con los efectos que ya conocemos, asegura.

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-El FMI proyecta un rápido repunte para la economía China en 2021, con un crecimiento de nueve por ciento.¿Es eso posible dados los problemas estructurales que tiene?

-No realmente. Encuentro las proyecciones del FMI bastante optimistas. Parece asumirse que una vez que la gente vuelva al trabajo, se retome la producción, la recuperación se comportará como lo ha hecho tras shocks anteriores… Estoy seguro de que el FMI sabe que hay otros escenarios, que no son tan optimistas. Muchos de nosotros tendríamos esos escenarios como nuestro caso base. Este es inicialmente un shock de oferta, porque la gente no puede ir a trabajar y no se puede producir, que es seguido por uno de demanda y finalmente por uno financiero. Lo que está pasando en China es que ciertas partes de la economía se han reactivado, especialmente la parte industrial, pero la demanda todavía es muy débil. Puedes reactivar la producción, pero es mucho más difícil cambiar el comportamiento de la gente. Mucha gente todavía está desempleada o subempleada, muchas pequeñas empresas no han vuelto a reabrir, sectores completos: cines, restaurantes, turismo, son actividades que no se han reactivado.

-De lo que sabemos, porque lo cierto es que no podemos tener certeza de lo que sucede en ese país.

-Es verdad. Por ahora solo podemos guiarnos por lo que la gente que está ahí reporta. Necesitamos todavía las cifras de abril y mayo, que no tendremos hasta julio, solo entonces podremos tener una idea de cómo ha sido la recuperación. Pero mucha de la evidencia anecdótica apunta a una demanda aún muy débil.

-En su libro usted afirma, y la verdad he escuchado esto ya por años: China debe cambiar su modelo de crecimiento, porque no es sostenible. ¿Es esta pandemia un obstáculo extra para estas reformas?

-Sí, y también he leído y escrito que esta crisis debería ser un catalizador para que China implemente reformas estructurales, pero no he visto ninguna evidencia en esa dirección. En una reunión en abril del Politburó, tal como lo reportó la prensa estatal, se hizo énfasis en la necesidad de que el Estado asegure las cadenas de abastecimiento, energía, salud, y defender el crecimiento económico, y se sugiere que se buscará aumentar el rol de mecanismos de mercado, pero la verdad es que no tenemos ninguna evidencia ni claridad de lo que esto significa. Por el contrario, creo que un mensaje que sacarán de la crisis es que fortalecer la intervención del Estado es lo correcto.

-Más aún cuando vemos países buscando respuestas en más autoritarismo y un mayor rol del Estado en la economía. China podría tratar de imponer la idea de que su modelo “está ganando”.

-Sí, creo que en el Occidente debemos ser cuidadosos cuando nos planteamos si hay algo que podamos aprender del modelo chino. Es cierto que estamos -nosotros Reino Unido, EEUU, Europa- interviniendo mucho en la economía para enfrentar una pandemia. No creo que son medidas que estamos tomando por convicción ideológica, sino porque no tenemos otra opción. Algunas de estas medidas seguramente perdurarán. Es muy raro en la historia que los gobiernos, una vez que han aumentado su participación y control en la economía, lo devuelvan cuando las crisis terminan. Pero por ahora no vemos otra salida.

-Quizás no haya convicción en el Reino Unido, Francia o Alemania, pero ¿y países más pequeños, más vulnerables, más dependientes del financiamiento de China?

-Definitivamente y creo que en Occidente estamos en una posición débil, tratando de defender un sistema político, que sentimos bajo amenaza, sin duda. Tampoco hay dudas de que en Pekín ven en esto una oportunidad que pueden explotar, y tratan de hacerlo.

-Ya antes de la pandemia estábamos viendo un escenario de “guerra fría” entre estos dos modelos, o entre EEUU y China. ¿Puede la pandemia agravar este conflicto, o no, porque EEUU no está interesado en disputar el liderazgo?

-Puede ser. Creo que ya estamos en un conflicto, pero que no está en ese nivel como con la Unión Soviética… todavía. El conflicto no es solo comercial, pero tiene que ver con tecnología, seguridad nacional, y una rivalidad sobre quién impondrá sus regulaciones en las organizaciones internacionales y el mundo. Pero todavía hay mucha interdependencia entre ellos, a diferencia de la URSS.

-Además, EEUU tenía otro rol en la comunidad internacional. Ahora vemos a China defendiendo la globalización en foros internacionales, ¿no está cediendo EEUU el liderazgo?

-China ha sido muy lista en explotar la decisión de Trump de abandonar el liderazgo internacional de EEUU, lo que es un gran problema. Es posible que haya un cambio de presidente en EEUU en noviembre, pero si Joe Biden gana, no creo que sea el fin de la política “anti-China”, pero se verá y sonará diferente, especialmente en relación al discurso con los aliados. Si Trump gana un segundo período, creo que habría un caos, porque si continúa retirándose de su rol de liderazgo internacional, mientras continúa la sospecha sobre las intenciones de China… no creo que China pueda llenar ese vacío. Por ejemplo, no creo que su política, tratando de cambiar la narrativa sobre el origen de la pandemia, esté siendo muy efectiva.

-¿Cómo puede la pandemia cambiar los planes de Xi?

-No hay duda de que China ha sufrido un shock, como el resto de los países. Es importante ver dónde estaba China antes del brote: una economía en desaceleración, problemas de deuda y demográficos, menor productividad, un escenario comercial hostil, todos eran riesgos a la baja, y nada ha cambiado, pero ahora se suma el legado de la pandemia. Si hay algo que le quita el sueño al Partido Comunista, no creo que sea la cifra de GDP en sí mismo, sino crear suficiente dinamismo en el mercado laboral, para generar expectativas de prosperidad. Si eso falla, corren el riesgo de un mayor descontento social.

-En ese sentido, China podría enfrentar la presión que han vivido otros países emergentes, como Chile, donde nuevas generaciones más educadas, con acceso a las redes sociales y sin miedo digan: “Esto no es suficiente, queremos más”.

-Todos hemos escuchado sobre el ascenso de la clase media y es algo nuevo, gente como McKinsey presenta esto como generadora de oportunidades comerciales, y es verdad que en el agregado las condiciones de vida de las personas han ido mejorando y la clase media se ha ido expandiendo. China produce 8,6 millones de graduados universitarios todos los años, por un lado, eso es muy bueno, por otro, si no tienes un sistema político cuya legitimidad es basada en la libertad de expresión y elecciones, la única opción que el gobierno tiene para legitimarse es crear altos niveles de crecimiento y empleo. Si no puedes lograr esos objetivos, pero produces 8,6 millones de graduados por año y la mitad de ellos no puede encontrar un trabajo apropiado, puedes terminar con mucha gente insatisfecha. Así que el ascenso de la clase media es un arma de doble filo, puede ser un agente de prosperidad, pero puede ser un agente de inestabilidad política, si no resuelves necesidades básicas.

-Entonces, el mayor riesgo para China está en su clase media.

-Mi preocupación no es la quiebra de bancos en China, pasa seguido, no creo que vayan a tener una crisis financiera, pero sí que el peso de todos estos problemas estructurales restrinja el crecimiento económico. Tasas de expansión de 3%-4% son muy bajas para generar lo que necesitan, pero no sé qué pueden hacer para elevarlas.

-¿Puede eso explicar por qué Xi ha apostado por acumular y centralizar más poder?

-Sí. Xi llegó con una agenda clara: retomar el control del Partido en las regiones, en el ejército, imponer más disciplina. Su análisis es que el Partido había perdido su mística y Xi y otros no quieren terminar como el Partido Comunista Soviético. Ese es el problema más importante que tienen. El Partido Comunista cree que estabilidad y control es la forma de organizar una economía y una sociedad. Nosotros sabemos que, especialmente después de que alcanzas cierto nivel de ingreso, la estabilidad y el control son en realidad dañinos, necesitas del disenso de la discusión para encontrar respuestas. La población, la clase media tiene aspiraciones difíciles de satisfacer.

-Entonces hay un mayor riesgo político.

-Lo vimos con la explosión que hubo en las redes sociales, tras la muerte del doctor Li Wenliang, quien intentó alertar del brote de Covid-19 cuando recién se detectó. Se generó una ola de cuestionamientos sobre el manejo que el gobierno de Xi hizo de la pandemia y esto fue algo sorprendente. Ahora Xi ha retomado el control. Pero no sabemos cuán amplio es el descontento o no al interior del Partido, pero muchos observadores creen que sí hay gente que se opone a Xi. Tiendo a pensar a que la respuesta de Xi será redoblar su estrategia autoritaria.

-¿Podría el descontento en torno a la pandemia llevar a un cambio de liderazgo?

-Es bastante posible. Tras las reformas que hicieron en 2018, Xi podría gobernar de por vida, si quisiera. El 2021 es importante porque se cumplen 100 años del Partido Comunista, y 2022 sería el año designado para un cambio de régimen (cada diez años). Aunque Xi continúe después de esa fecha, creo que en esta década si veremos una creciente resistencia a su administración.

Globalización enferma

-Todo puede cambiar de aquí a 2022, hay quienes advierten que podríamos tener una segunda o tercera ola de brotes de Covid-19 y cuarentenas.

-Sí, exacto. A menos de que tengamos mucha suerte, el legado de esta crisis será muy duradero. Y si el resto del mundo está débil, eso también afecta a China. Tendremos una globalización en problemas…

-¿Una globalización enferma…?

-Una globalización enferma, que no está muerta, pero es menos eficiente, porque tiendes a intervenirla en formas en las que no estábamos acostumbrados.

-¿Y qué rol jugará China en ese escenario, en el mundo postpandemia?

-Mi preocupación es que China en el futuro cercano se volverá más nacionalista, desconfiada de la participación internacional, a menos de que sea bajo sus propios términos. En lo doméstico, China tendrá problemas para mantener lo que ven como niveles aceptables de crecimiento. La tendencia será de menor crecimiento y eso puede generar problemas sociales en la próxima década. No veo una vuelta a un período de confianza y estabilidad. Dicho eso, todos estamos apresurándonos a sacar conclusiones sobre cómo cambiará el mundo en los próximos diez años, y la verdad es que no sabemos cómo será en diez días, así que lo único que podemos hacer es esperar por lo mejor.

-Esa es una actitud muy británica.

-(Ríe)… Es cierto.

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