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La Pax Romana que impone Bermúdez en la Contraloría

Por: Rodolfo Carrasco | Publicado: Viernes 13 de diciembre de 2019 a las 04:00 hrs.
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“Priorizar la toma de razón para que el Estado siga funcionando”, ha sido la instrucción principal del Contralor General de la República, Jorge Bermúdez, a todas las contralorías regionales para hacer frente a los problemas generados por las movilizaciones desde el 18 de octubre pasado. También ha permitido flexibilidad en la jornada laboral y teletrabajo, especialmente en las oficinas que sufrieron algunos destrozos, pero que siguen operativas.

La movilización social se desencadenó justo cuando “en la Contraloría al parecer imperaba la calma luego de la tormenta”, sostiene un parlamentario de oposición que integra la Comisión de Constitución y que en reiteradas oportunidades se ha reunido y ha recibido al contralor en el Congreso. Es que no han sido años fáciles para la institución, que se ha visto envuelta en una serie de polémicas y que vivió su punto más álgido con la pugna entre la subcontralora, Dorothy Pérez, y el propio Bermúdez, quien debió restituirla en su puesto.

No obstante, el sosiego que había estos últimos meses se podría ver perturbado debido a que, por petición del ente contralor, se incluyó en el proyecto de ley de reajuste del sector público una modificación a la Ley Orgánica de la Contraloría para que Pérez no sea quien subrogue a Bermúdez y lo haga un jefe de departamento.

Aunque la doctrina inicial de Bermúdez era que “la Contraloría habla por sus dictámenes”, su carácter lo ha traicionado sistemáticamente.

La convocatoria del Presidente Sebastián Piñera al Cosena el 7 de noviembre para analizar lo que estaba pasando en el país nuevamente entregó protagonismo a Bermúdez, quien fiel a su estilo frontal cuestionó la decisión del mandatario, la declaración de Estado de emergencia e incluso sostuvo que solo se trataba de un tema de orden público.

Bermúdez se convirtió en contralor el 17 de diciembre de 2015 y la frase que lo distingue, según sus cercanos, es el eslogan de la Contraloría pegado en todos los pisos del edificio de Teatinos 56: “Por el cuidado y buen uso de los recursos públicos”. Su independencia política es otro signo que destacan quienes lo conocen. “Que no tenga redes es una maravilla, eso le da más libertad”, señala un exministro que lo conoció.

Pero esa mayor libertad le ha jugado en contra, como sus apariciones mediáticas enfrentando decisiones de La Moneda o del propio Presidente (como impugnar el reglamento de la ley de aborto o cuando el Ejecutivo prefirió retirar el decreto de nombramiento del hermano de Piñera como embajador en Argentina).

Desde que Dorothy Pérez fue reintegrada en diciembre de 2018 que no hay otro conflicto mediático público y es que para un ex funcionario de la Contraloría “no es un buen signo aparecer en los medios con polémicas, eso nunca había pasado en la institución”.

Asesores cercanos

Bermúdez posee un círculo de asesores más cercano que lo conforman en primer lugar su jefe de gabinete, el abogado Tomás Mackenney, quien desde junio de este año reemplaza a Carlos Peña. Renunció a su militancia DC para sumir su cargo y es hijo de Carlos Mackenney, presidente del Consejo de Defensa del Estado en el período 2005-2011.

El jefe de la división jurídica es Camilo Mirosevic, quien se preocupa de las revisiones de dictámenes y pronunciamientos. Luego, dos asesores clave al momento de revisar documentos son el último filtro antes de que Bermúdez estampe su firma en resoluciones o dictámenes. Se trata de los abogados Loreto Valenzuela y Gonzalo Gálvez. A este grupo se suma Alejandro Valenzuela, asesor para temas internos, área legislativa, gastos reservados y transparencia.

Rutina y “Contralorito”

El contralor llega a su oficina a las 7:30 todos los días y se retira cerca de las 21:00 horas; a veces en la semana logra trotar en distancias que van desde los 5 a 10 kilómetros. Almuerza habitualmente en el casino de la institución “haciendo la fila como todos los funcionarios”, destaca un trabajador que ha coincidido con él.

Bermúdez se ha enfocado en recorrer las contralorías regionales y en terreno supervisar sus instrucciones, destinadas a cumplir con velar por el buen uso de los recursos públicos que implica entre otros aspectos imprimir en hojas por ambos lados y usar papel reciclado.

A pesar de que la relación con la subcontralora es por correo o interlocutores, desde que Dorothy Pérez volvió a su puesto lo ha subrogado en más de cinco oportunidades por vacaciones o por comisiones en el exterior.

Bermúdez se ha preocupado de tener un crecimiento “orgánico” del presupuesto de la entidad, sostiene un cercano que afirma que “no existe $1 para gasto en publicidad” y que la labor de difusión la tienen centrada en el personaje de redes sociales “Contralorito”, quien para algunos es una representación del Loro de Santiago Wanderers, el equipo de fútbol del contralor.

El twitter de la contraloría tiene 53 mil seguidores, el personaje se ha consolidado en las redes sociales y está a cargo de Cesar Leiva, que es el community manager, además de dos ilustradores y un asistente. Cada tuit se le reporta al jefe de gabinete de Bermúdez. El éxito del personaje fue tal que Contralorito ya tiene su propia cuenta en Twitter con 17 mil seguidores.

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Ley del hielo

La relación entre contralor y subcontralora es especial, de ser “amigos” al inicio de la gestión de Bermúdez pasaron a ser enemigos públicos y llevar su caso a la Corte Suprema, donde Pérez se impuso y logró ser restituida en el cargo.

Un funcionario de la Contraloría sostiene que entre ambos existe una permanente “ley del hielo, no se hablan y todo se hace a través de correos”. Por el lado de Bermúdez, dicen que lo que busca cautelar el contralor es “la continuidad del servicio”, mientras que los partidarios de la subcontralora afirman que “ella se limita a hacer su trabajo y no hablar con nadie”.

Intentamos hablar con la subcontralora, pero desde su entorno señalaron que “no está autorizada para dar entrevistas”.

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