Política

Los desafíos de la figura presidencial en el día 50 de la crisis

En un sistema donde los mandatarios tienen un papel central, Piñera tiene diferentes flancos abiertos en la mayor emergencia política y social de las últimas décadas.

Por: Rocío Montes | Publicado: Viernes 6 de diciembre de 2019 a las 04:00 hrs.
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Foto: Agencia Uno
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Popularidad

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La popularidad del Presidente de encuentra en pisos históricos: 10% de apoyo y 82% de rechazo, de acuerdo a la última Cadem. El rector de la UAI, Harald Beyer, indicaba al comienzo del mandato que “en los gobiernos presidenciales, sobre todo cuando no tienen mayoría en el Congreso, la única manera de que alcancen un relativo éxito es que los presidentes sean populares”.

Pero, ¿qué ocurre ahora, luego del 18 de octubre? ¿Qué es posible hacer en un régimen como el nuestro –notoriamente presidencialista– con esa popularidad? ¿Es imprescindible revertir los números para seguir conduciendo? ¿Otro mandatario habría podido marcar mejor en medio de una crisis de estas dimensiones?

Para Josefina Araos, investigadora del IES, “el escenario es difícil”. “Hay, sin embargo, muchas maneras de entender el protagonismo de un presidente y el gobierno deberá ser creativo”, añade. Araos analiza que la única semana en que la aprobación se mantuvo fue cuando el presidente entregó al Congreso la conducción del proceso político y se logró anunciar el acuerdo sobre una nueva Constitución. “Quizás convenga, por lo mismo, que el Presidente entienda que su figura es parte de una institucionalidad mayor y que entregar protagonismo a otras instancias que la configuran puede ser una buena estrategia para avanzar en esta crisis”, señala la historiadora. Nombra a los ministros Ignacio Briones y Karla Rubilar como dos figuras que han tenido alta aprobación y lideran agendas fundamentales.

Intervenciones públicas y salidas a terreno

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Desde el acuerdo por una nueva Constitución de la madrugada del viernes 15 de noviembre, el Presidente ha medido sus intervenciones públicas. “Ha ido captando que es necesario salir a hablar en momentos cruciales”, indicó la ministra Rubilar el martes. Luego vino el episodio del anuncio del bono y la visita al restaurante mapuche, lo que nuevamente abrió la discusión sobre la figura del mandatario.

Hugo Herrera, académico de la UDP, sostiene que “su problema tiene que ver con un límite comprensivo: es parte de una generación que se acostumbró a pensar la política desde la economía –una vieja tesis de Friedman– lo que explica que no tenga conciencia de la importancia de los símbolos, de los silencios y de las palabras en la articulación de los anhelos populares”. El doctor en Filosofía indica que cuando Piñera se abrió a una nueva Constitución, el gobierno calló y el Parlamento operó, “lo que es anómalo para Chile”. “Resultó bien”, analiza Herrera. Pero la jugada de la distancia es riesgosa: “En un sistema presidencialista como el chileno, el Presidente como jefe de Estado es la única figura que puede convocar a todos los sectores y estamos navegando sin capitán y con la oficialidad a cargo del buque cuando, por ejemplo, tenemos negociaciones trabadas en la constituyente”.

Programas y nuevas demandas

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En estas siete semanas han sido constantes las discusiones sobre el programa con el que Piñera ganó las elecciones hace menos de dos años: ¿está totalmente echado por la borda? ¿Se acabó el gobierno en lo simbólico? ¿Podría subirse el Presidente al carro de las nuevas demandas y la agenda impuesta, como parece intentarlo con la nueva Constitución?

Para el abogado y columnista Jorge Navarrete, “lo mejor que podría hacer el gobierno es literalmente dar por cerrado su mandato en cuanto a los objetivos que originalmente se propuso y entender que, dada la situación especial del país, lo que se inicia ahora es un período distinto, aunque formalmente se trate del gobierno de Piñera”. Navarrete señala que “asistimos a un esfuerzo de cogobierno entre el poder Ejecutivo y Legislativo, transversal desde el punto de vista institucional y político”. ¿Significaría olvidarse del alto porcentaje con el que fue elegido? “La realidad supera a la teoría –responde Navarrete– y la legitimidad de origen ha quedado subordinada a la legitimidad del ejercicio”. “Y como creemos que es importante que se cumpla el mandato de manera efectiva –añade– se requiere de un sacrificio de parte del Presidente y de un mayor gesto de generosidad de toda la clase política”.

Acusación Constitucional

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El sociólogo Eugenio Tironi indica que al presidente Piñera –“una figura desgastada”– se le está pasando la cuenta no tanto por su conducta como por su retórica. Se explaya: “Para ser justos, pienso que con el pasar de los días se le valorizará su conducta, porque cuando se hace la evaluación histórica de un liderazgo en un momento de gran crisis, hay que valorarlo también por lo que no hizo”. Tironi se refiere a las decisiones a las que estuvo tentado o a aquello que se le propuso y Piñera se resistió, como sacar nuevamente a los militares a la calle. “De facto, buena parte del gobierno se ha traspasado hacia el Senado. Se podrá discutir si el Presidente fue o no proactivo en este proceso, pero lo ha tolerado y digerido”. Sobre la acusación constitucional, el sociólogo opina: “Curiosamente, podría ser un balón de oxígeno, porque le va a permitir un escenario donde puede exponer su justificación histórica, su ‘yo acuso”. Y no piensa que la arremetida parlamentaria represente una complejidad mayor: “No le agrega nada al desgate de su figura, porque ¿qué cosa más le puede agregar?”. Para el columnista y escritor, sin embargo, la argumentación del Presidente en el marco de la acusación “debe ser inteligente –desde el dolor– y no desde el winnerismo”.

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