La violencia de los trabajadores sólo fue en alza en Valparaíso

Un día de furia volvieron a protagonizar ayer los trabajadores eventuales del puerto de Valparaíso. Desde temprano, los improperios, barricadas y destrozos en las cercanías de Almirante Goñi 45 -sede de los sindicatos- no parecieron ser la mejor premonición para la votación que se esperaba a mediodía del preacuerdo alcanzado en la víspera entre los dirigentes y los ministros del Trabajo y Transportes.

Ya los trascendidos sugerían el rechazo a la oferta económica, reforzadas por mensajes en esa línea en cuentas de Twitter.

Los cánticos en contra de la familia Von Appen y el mismo presidente Sebastián Piñera se daban a la par de un incesante prender y apagar cigarros, del que ni siquiera los encapuchados se eximían.

Alrededor del mediodía, y precedido por un tuit negativo a los términos convenidos en la víspera, el director del sindicato N° 1 de estibadores de Valparaíso, Pablo Klimpel, llegó hasta el edificio delmovimiento sindical. Fue el dirigente quien advirtió de entrada sobre la ausencia de la firma de la familia de Von Appen en el preacuerdo. De hecho, muy temprano el gerente general de TPS, Oliver Weinreich, había dicho no estar en conocimiento de los términos conversados con el gobierno.

En la sala de votación los garabatos competían en intensidad, mientras en el exterior la violencia seguía manifestándose. Ni la prensa quedó ajena a los ánimos caldeados y lo más complejo se generó cuando los trabajadores repararon en un equipo de CHV, quienes se tuvieron que retirar para que se realizara la votación que sería a mano alzada.

El rechazo fue unánime. Klimpel salió a informarlo y entre gritos y un lienzo preparado in situ se comunicaba la paralización nacional e indefinida de los eventuales portuarios. Luego caminaron hacia la entrada de TPS y derribaron un portón previo a la llegada y actuar de fuerzas especiales de Carabineros.

Los manifestantes cortaron el tránsito en calle Blanco y Cochrane, aparecían las barricadas y lacrimógenas. El preacuerdo parecía ya un espejismo y la intransigencia quedaba instalada.