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Maipú: la otra zona cero de la Región Metropolitana

Fachadas de edificios comerciales reforzadas con latones y estrechos accesos que funcionan sólo durante la mañana, son la tónica en el emblemático sector.

Por: María José Blanco | Publicado: Jueves 28 de noviembre de 2019 a las 04:00 hrs.
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“Desde las cuatro, la Plaza de Maipú y sus alrededores son una ciudad fantasma”. Fotos: Rodolfo Jara
“Desde las cuatro, la Plaza de Maipú y sus alrededores son una ciudad fantasma”. Fotos: Rodolfo Jara

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La Plaza de Maipú está en una alerta constante, a pesar de la normalidad que desde temprano le dan una gran cantidad de personas que transita por sus alrededores. Las fachadas del comercio, de la banca y de las farmacias dan cuenta de que esa normalidad no es la misma que existía hace 42 días, cuando comenzaron las manifestaciones y, también, los actos de violencia en algunos puntos del país.

El comercio de la zona cero -con la presencia de firmas de retail como Tricot, La Polar y supermercados como Express de Líder- tiene entradas pequeñas y los frontis están cubiertos con latones, una suerte de armadura para evitar posibles saqueos y daños a la infraestructura.

En las mismas veredas de las grandes tiendas, comerciantes con permiso municipal y ambulantes no dejan de operar, aunque entre quienes habitan y frecuentan la plaza se aprovecha la mañana para hacer compras y trámites. Después de las dos de la tarde, el escenario es otro.

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Comercio ambulante presente en las veredas de Plaza de Maipú.

Ahí las fachadas cubiertas de latones se cierran completamente y la intersección de Avenida Pajaritos y 5 de abril se convierte -habitualmente- en el centro de enfrentamientos entre manifestantes, encapuchados y Carabineros.

“Desde las cuatro, la Plaza de Maipú y sus alrededores son una ciudad fantasma”, dice un trabajador del sector.

El día a día de quienes ejercen en el sector es incierto. Fabiola Guzmán, jefa de local de comida Schopdog, cuenta que no tiene horarios fijos. “Entramos a las nueve de la mañana, pero no sabemos a qué hora terminará la jornada. Incluso hay veces que los trabajadores tienen que desembolsar de su bolsillo para pagar un Uber y así poder llegar. La gente está súper tensa”.

Guzmán cuenta que la venta del local ha bajado en torno a 60% y que ya se desvincularon tres personas. “Antes estábamos llenos, sobre todo a la hora de almuerzo. Ahora con suerte hay dos o tres personas”, dice.

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Trabajadores del sector en alerta para evitar posibles saqueos.

El restaurante es uno de los pocos establecimientos que no ha sido saqueado, pero sí tiene daños en vidrios, por algunos piedrazos. “Los manifestantes son respetuosos y muchas veces nos protegen, pero aquí estamos expuestos. Hace unos días pasó un auto y atropelló a las personas que se estaban manifestando tranquilamente. Cuando llega Carabineros la tranquilidad de la mañana se va porque comienzan los enfrentamientos, incluso nos sentimos más tranquilos cuando ellos no están, porque se ponen en el frontis del lugar y comienza una lluvia de piedras hacia ellos y, por consiguiente, hacia nosotros”, añade Guzmán.

Esos enfrentamientos entre Carabineros y los encapuchados se desencadenan de un segundo a otro y han dejado la calle sin semáforos ni rejas que la separen de las veredas. “Se dan con todo”, dice una comerciante del sector.

En una de esas esquinas, la estación Plaza de Maipú de Metro, es otra evidencia de cuando la violencia del sector estalló ese viernes 18 de octubre. A más de un mes, está completamente abandonada y sin resguardo policial. Los transeúntes se acercan a ver cómo está el interior de la estación: toda la infraestructura destruida.

“Mi mayor temor es que la gente devuelva la mano con la misma violencia con la que las han reprimido al manifestarse. Si el gobierno no da medidas concretas de lo que la gente está pidiendo como mejores sueldos, mejor salud y mejores pensiones, esto no se va a acabar con nada”, enfatiza la trabajadora de Schopdog.

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Comercio opera en horarios acotados con su frontis blindado.

Vivir en peligro

Un trabajador de una cadena de tiendas de conveniencia, que prefiere mantenerse en anonimato por seguridad, continúa recibiendo una gran cantidad de clientes. Aún así dicen que las ventas han bajado de forma considerable. “Trabajamos con metas y seguramente tendrán que modificarlas, porque no alcanzan”, explica.

En ese local no han desvinculado a ninguna persona e incluso hay más dotación por turnos, ya que muchas trabajadoras de otras sedes fueron reubicadas en la que se encuentra en Plaza de Maipú.

“De alguna forma hemos sido invisibles a lo que ocurre en el exterior, pero el aire que respiramos todos los días por las lacrimógenas es tóxico. Hay días que tenemos que cerrar y salir corriendo para que no nos ataquen”, dice.

La empresa ha estado elaborando protocolos y ha dado mascarillas a sus colaboradores para poder trabajar.

Con el paso de las horas, los locales comienzan a adecuarse para los enfrentamientos habituales. Mientras, una bandera flamea desde un mástil en el centro de la Plaza de Maipú. No es la de Chile. Es la mapuche.

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