Cartas

Hacia la nueva Constitución: guerra de historias

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Señora Directora:

Al contrario de lo que la gente cree, la política no es una guerra de ideas, tampoco de verdades; es una guerra de historias.

El ser humano se cuenta historias como medio de colaboración. Por ejemplo, la nación Chile es una historia en torno a la cual se desarrollan otras, como la identidad y lealtad nacional. La religión, en nuestro caso cristiana, es otra historia que permitió el desarrollo de un relato occidental diferente al asiático.

Para la nueva Constitución, la izquierda parece ya haber acogido la historia refundacional, de la satisfacción de derechos sociales por su mera proclamación. La derecha debe todavía definir su relato. Crónica es desde ya hace mucho su mirada bipolar frente a la libertad: liberal en lo económico y conservadora en lo "valórico" (como si la economía estuviera desprovista de valores).

La definición "liberal conservador" parece ya no ser suficiente para competir como historia convincente, menos el refugiarse en (válidas) técnicas como el "equilibrio macroeconómico". Una visión liberal debería ser coherente, al abrazar al hombre en todas sus dimensiones, y atractiva para el público; poner al hombre y su libertad al centro de la política y no como un mero homo economicus.

Nada fácil, aunque hay una ventaja: las constituciones nacieron como defensa del súbdito frente al soberano, del hombre frente al Estado. Cómo se sigue de ahí, dependerá de una honesta introspección.

Marcelo Muñoz Perdiguero

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