Andrés Sanfuentes

Ciencia y tecnología, un eslabón perdido del gobierno

A medida que pasan los meses, aparece cada vez más claro el inmediatismo como sello del gobierno. A estas alturas la petición de algunos ideólogos de Derecha...

Por: Andrés Sanfuentes | Publicado: Lunes 9 de abril de 2012 a las 05:00 hrs.
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A medida que pasan los meses, aparece cada vez más claro el inmediatismo como sello del gobierno. A estas alturas la petición de algunos ideólogos de Derecha, especialmente de la UDI, que no aparecía claro “el relato” que caracterizara al Ejecutivo, también se ha debilitado para dar lugar a reacciones coyunturales, en respuesta a diferentes eventos del momento.

Ejemplo nítido ha sido el manejo frente a las movilizaciones regionales y estudiantiles. Si bien es cierto que Piñera no tenía en su programa enfrentar la situación de la educación superior, una vez generadas las protestas universitarias, tuvo la oportunidad de plantear una reforma de un sistema que ha estado haciendo agua por varios años, acumulando problemas generados porque después de 30 años la reforma de 1981 aún no ha tenido correcciones de fondo. Sin embargo, para aplacar las inquietudes estudiantiles, mejoró el sistema de créditos y becas, pero se podría hacer una lista con los temas pendientes aún sin resolver.

Además, se presentó la oportunidad de formular una política de Ciencia y Tecnología que todavía está ausente en el país. La reforma de 1981 efectuó cambios profundos en materia docente, pero ignoró la CyT, así como la política Cultural y Artística que tradicionalmente han evolucionado en Chile de la mano de las universidades. Conviene hacer notar que en las evaluaciones realizadas para explicar las causas del lento crecimiento de Chile en los últimos lustros, ocupa un lugar destacado la carencia de una institucionalidad adecuada, la ausencia de una política coherente y el bajo nivel de inversión en CyT. El problema tiene particular importancia porque en el mundo moderno los países que no avanzan en esta área no pueden seguir el ritmo de progreso del resto, en que la innovación es el elemento clave. Esto es especialmente cierto en una estrategia de desarrollo, como la chilena, que se basa en el dinamismo de las exportaciones, pero que no se ha logrado avanzar mucho más allá de exportar materias primas y productos con reducida elaboración.

La reforma de 1981 legisló para una realidad en que se buscaba la formación de profesionales tradicionales. En la actualidad, crece la importancia de los estudios de postgrado, incluso doctorados y se ha impuesto la educación continua, el retorno a las universidades; de allí la creciente popularidad de de los diplomados.

La ausencia de una política se refleja en una serie de aspectos tales como:
-No existe una institucionalidad que permita centrar las responsabilidades de su conducción global, hoy diseminada en diferentes ministerios, instituciones y programas. No se ha logrado separar las tareas de formular las políticas gubernamentales de su ejecución y la necesidad de control y evaluación. Desde hace varios años están pendientes en el Parlamento los proyectos que buscan reordenar el sector.

-A pesar del incremento de la inversión en CyT en los últimos años, está muy lejos de la necesaria para seguir creciendo, de acuerdo a todas las comparaciones internacionales y juicios de los expertos.

-El desarrollo científico no está integrado con el tecnológico y menos con la innovación. Por otra parte, las empresas están relativamente ausentes de los avances en CyT, limitándose a tareas de adaptación más que de creación, aisladas del quehacer universitario.

-El desarrollo científico ha estado concentrado en unas pocas universidades, básicamente del Consejo de Rectores, en especial la de Chile y la Católica, lo cual lleva a la necesidad de concentrar en ellas los recursos estatales.

-Resulta indispensable incrementar significativamente los aportes estatales a la CyT, por generar básicamente bienes públicos, mediante fondos concursables de largo plazo que permitan estabilidad a los esfuerzos. Además, se deberían destinar fondos para financiar programas de doctorado en Chile y el extranjero, pues no son rentables desde el punto de vista privado, pero sí social.

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