Columnistas

Cerremos la brecha digital... o sigamos esperando el desarrollo

Ricardo Leiva Académico Universidad de los Andes, doctor en Comunicación

Por: Ricardo Leiva | Publicado: Martes 26 de marzo de 2019 a las 04:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

Ricardo Leiva

Chile es el segundo país de la OCDE con la mayor brecha digital, después de Turquía, según un informe que fue revelado hace pocos días, lo que resulta especialmente grave, porque esta desigualdad “tiene el potencial de perpetuar o incluso empeorar las inequidades ya existentes en materia de bienestar” (OCDE, 2019).

Se trata de cifras más que preocupantes para los chilenos menos cualificados si pensamos que, de acuerdo con el estudio, nuestro país sufrirá más que el resto por la imparable automatización, pues uno de cada 5 trabajadores afronta un alto riesgo de perder su trabajo frente a un computador, una máquina o una base de datos. ¿Cómo combatir este problema? Según la OCDE, gran parte del juego se desarrolla en las salas de clases, por lo que es imperioso reformar la educación, brindando a los estudiantes la infinita gama de recursos tecnológicos que pueden complementar el rol de los profesores.

Imagen foto_00000001

Como son principalmente los colegios los llamados a asegurar que todos los estudiantes puedan cosechar los beneficios de los adelantos tecnológicos, las salas de clases permiten así sortear las diferencias que existen entre alumnos que tienen acceso en sus hogares a las tecnologías digitales y aquellos que no. Al respecto, algunos investigadores sugieren que el aprendizaje asistido por computadores puede beneficiar especialmente a las escuelas donde la calidad de la enseñanza es más baja, pues las diferencias en la calidad de los docentes de todas las escuelas se mitigan, al menos parcialmente, con la introducción de recursos digitales en el aula.

Si nos parece urgente, entonces, que los colegios y las escuelas cuenten con herramientas tecnológicas y con profesores capacitados para enseñar a los alumnos a estudiar con la asistencia de computadores o tabletas digitales —que de por sí resultan más motivantes que los textos de estudio que usábamos las generaciones anteriores—, lo ideal sería que internet no fuera solamente una innovación al alcance de los niños y jóvenes cuando están en sus colegios, sino también cuando estudian en sus casas.

La red fija y de banda ancha debería ser efectivamente un derecho al alcance de todas las familias chilenas, y no sólo, como hasta ahora, el privilegio de los hogares más pudientes, la mayor parte de ellos concentrados en la Región Metropolitana. Para esto es esencial que exista más competencia en el sector de las comunicaciones, para que los clientes puedan efectivamente elegir entre más de una compañía y no estar amarrados sólo a aquella que ha “cableado” el sector y que, por lo tanto, no tiene incentivos para brindar un servicio de mejor calidad.

Desgraciadamente, poco se ha avanzado en esta materia, por lo que, en la práctica, los clientes de internet fija han sido capturados por un par de empresas. De seguir así, no crecerá la provisión de internet fija con la rapidez que se requiere y, en consecuencia, no se cerrará la vergonzosa brecha digital que dejó al descubierto la OCDE.

Lo más leído