Clemente Pérez

Cómo mueren las democracias

Clemente Pérez Abogado, Máster en Políticas Públicas

Por: Clemente Pérez | Publicado: Martes 26 de octubre de 2021 a las 04:00 hrs.
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"Así es como mueren las democráticas hoy en día", dicen Steven Levitsky y Daniel Ziblat: "Desde el final de la Guerra Fría, la mayoría de los quiebres democráticos no los han provocado generales y soldados, sino los propios gobiernos electos".

Y aunque parezca raro que estemos hablando de la muerte de una democracia, sólida como debiera ser la nuestra después de todo lo que costó recuperarla, vemos que las conductas antidemocráticas están a la orden del día en el debate público.

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Efectivamente, son numerosas las actitudes antidemocráticas: justificar la violencia del estallido social, donde murió gente, se destruyeron millas de empleos y bienes públicos, es a todas luces antidemocrático. Porque si justificamos la violencia refundacional para un lado, con la misma lógica podríamos justificar la violencia refundacional para el otro (ej., El día del golpe de Estado de 1973).

Pero también es una forma de justificar la violencia insistir en un indulto para los procesados ​​y condenados del estallido. Es importante decir que se trata de procesados ​​y condenados, pues se ha querido hacer ver como que sólo se trata de una limitación a las largas prisiones preventivas. Pero no es así, porque también se busca indultar a los condenados. Sin contar que el proyecto de ley excluye a las fuerzas de orden. Ni la amnistía del 76 se atrevió a tanta unilateralidad por parte de los ganadores de la refriega.

Proponer salirse de la Comisión Internacional de los Derechos Humanos, construir zanjas en las fronteras, o incluso negar el proceso de cambio climático, son también propuestas de caudillos tipo Bolsonaro o Trump, más que de líderes democráticos, tipo Merkel o Macron.

Por último, también proponer un cuarto retiro, cuando todos los técnicos y todas las señales muestran que es un error de proporciones -y que lo van a pagar no sólo los futuros pensionados, sino que los más pobres a través de la inflación, y las clases medias que podrían aspirar a una vivienda propia a través de un crédito hipotecario a 20 o más años y que eso no es posible-, también es una decisión que socava las bases de una democracia moderna, que asume que los representantes van a tomar decisiones en forma responsable, y no sólo mirando su propio interés, que es ser reelegidos en la próxima elección. En consecuencia, estamos ante un conjunto de actitudes y propuestas que se alejan del camino ancho de la moderación, la búsqueda de acuerdos, y el esfuerzo para obtener resultados a largo plazo. El cortoplacismo, la descalificación personal, la ventaja rápida, se han impuesto.

Ojalá recuperemos un poco de la ética de la responsabilidad y no caigamos en los juegos de los extremos, pues sabemos cómo empezar, pero no dónde terminan. Las demócratas ya no mueren con un palacio de gobierno en llamas, como fue antes, sino con líderes que se presentan como salvadores, o portaestandartes de una refundación, siempre con un discurso y una estética novedosas, supuestamente destinado a escribir la historia desde cero.

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