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Constitución: de cuotas y otros vicios

Magdalena Ortega P. Directora de Formación y Servicio Público IdeaPaís

Por: Magdalena Ortega P. | Publicado: Jueves 5 de diciembre de 2019 a las 04:00 hrs.
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Magdalena Ortega P.

No sólo es importante el fondo de una (eventual) nueva Constitución, sino también será muy relevante la forma que dicte cómo lleguemos a ella. Esto último tendrá sobre sus hombros la responsabilidad de la legitimidad y la representación social, entre otros.

En el marco de la discusión de la comisión técnica se habla de cuotas y su legitimidad. ¿Quién está llamado a definir qué grupos deben tener asignadas ex ante cuotas de poder? ¿Se debiese imponer o incentivar una mayor participación de ciertas minorías? ¿Quién decide la proporción verdaderamente justa de estos grupos con respecto a una participación abierta? Lo anterior se prestará para durísimas presiones y lobby.

Para quienes creemos que las mujeres seguimos viviendo con diferencias políticas, económicas y sociales, a veces muy profundas, la representación es un tema clave. Y qué más importante que la representación política en el órgano constituyente.

Las cuotas en las candidaturas han tenido impacto positivo, ya que sus efectos demostrados son educativos; la presencia de liderazgos ejemplificadores permite, a la larga, mejorar la representación de manera efectiva y, al mismo tiempo, democrática. Por eso, permiten incluso abandonarlas después de un tiempo. Así, muchos estudios demuestran que la mayoría de las veces, las personas no votan por mujeres para determinados cargos porque nunca las han visto ejercerlos. Esto forma parte también del llamado “techo de cristal”, cuando se generan estos límites invisibles que el conjunto social ha creado sobre las mujeres. Ahora bien, después de verlas ejercerlos, hay sustancialmente más mujeres que se postulan, como también son más veces elegidas por la población. Por eso es posible, incluso, prescindir de las cuotas después de un tiempo.

Sin embargo, es fundamental recordar que, como se dice, “el diablo está en los detalles”. Es bien distinto entregar cuotas en las listas de candidatos a designar a dedo los escaños mismos. Hay cuotas compatibles con los principios democráticos y otras que simplemente no lo son. Volviendo al principio, ¿es necesario imponer o incentivar una mayor participación? Incentivar sí, pero el camino es más que imponer, se deben establecer planes que permitan que los efectos no queden supeditados a una ocasión en particular. Así como las cuotas pueden ser un gran incentivo, también se pueden transformar en un gran vicio.

Es necesario poner más y mejores incentivos que los que existen actualmente. Avanzar, por ejemplo, en mayor apoyo económico por mujer electa (ya que se ha demostrado que es a quienes más les cuesta conseguir financiamiento), revisar sus posicionamientos superiores en las listas y que éstas sean cerradas para que tengan efecto concreto, e inclusive pensar en listas nacionales y ya no sólo territoriales, como mecanismos para disminuir de manera efectiva una brecha estructural.

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