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Deuda sin ahogo

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Desde la década de 1970, los economistas han advertido que una unión monetaria no podría mantenerse sin una unión fiscal. Pero los líderes de la zona del euro no tuvieron en cuenta su consejo -y las consecuencias son cada vez más visibles. Europa enfrenta ahora una difícil elección: corregir este error fundamental en el diseño y avanzar hacia una unión fiscal, o abandonar la moneda común.

La segunda opción tendría consecuencias devastadoras. Efectivamente, si bien la conveniencia de establecer una unión monetaria puede haber sido cuestionable en la década de 1990, desmantelar la zona del euro en la actualidad dispararía una profunda agitación económica, social y política a lo largo de Europa. Para evitar este resultado, los líderes europeos deben comenzar a diseñar e implementar estrategias que apunten a acercar a la zona del euro a una unión fiscal.

Por cierto, una unión fiscal como la que existe en Estados Unidos es una posibilidad distante, que los líderes de la zona del euro no deberían pretender a la brevedad –ni siquiera durante sus vidas. Pero eso no significa que establecer una unión fiscal sea una quimera. Pequeños pasos en la dirección adecuada hoy pueden producir una diferencia significativa.

Una estrategia exitosa tendría que ocuparse de uno de los principales errores de diseño de la zona del euro: los gobiernos miembros emiten deuda en euros, una moneda que no pueden controlar. En consecuencia, son incapaces de garantizar a los tenedores de bonos que contarán con efectivo para pagarles cuando los títulos alcancen su madurez.

La desconfianza y el miedo que esto provoca en los mercados de bonos pueden conducir a crisis de liquidez que, al crear profecías autocumplidas, acercan a los países a la cesación de pagos. Se ven entonces obligados a implementar programas de austeridad que conducen a profundas recesiones y, en última instancia, a crisis bancarias.

Para superar este fundamental error de diseño, los gobiernos deben mancomunarse. Esto protegería a las economías más débiles de movimientos destructivos e impulsados por el pánico en los mercados financieros, que, en teoría, pueden golpear a cualquiera de los países miembros -incluso a los más sólidos en la actualidad.

Para desarrollar una estrategia que mancomune la deuda, los líderes europeos deben considerar la posibilidad del riesgo moral. De hecho dado que las economías más fuertes se oponen intensamente a ser explotadas de esta manera, el peligro de riesgo moral es el obstáculo más significativo a la mancomunación de deudas en la zona del euro.

Pero este no es el único obstáculo. Un esquema para mancomunar la deuda también debe ocuparse de que los países más fuertes inevitablemente enfrentarán tasas de interés más elevadas para su propio endeudamiento cuando sean conjuntamente responsables por las deudas de los gobiernos menos solventes.

Para superar esos obstáculos, un esquema de mutualización de la deuda en la zona del euro debe satisfacer tres requisitos fundamentales: En primer lugar, la porción de la deuda gubernamental que podrá mancomunarse deberá ser estrictamente limitada, dejando a cada país a cargo de la responsabilidad de una porción significativa de su deuda nacional y, por lo tanto, motivándolos a mantener unas finanzas públicas sólidas.

La zona del euro está atrapada por una crisis existencial que lenta pero inexorablemente está destruyendo los propios cimientos de la unión monetaria. La única forma de detener la erosión es actuar de manera determinada para convencer a los mercados financieros de que la zona del euro está aquí para quedarse. Un esquema de mancomunación de deuda que satisfaga los requisitos aquí descritos señalaría que los países miembros de la zona del euro están comprometidos a mantenerse juntos. Sin este gesto, es inevitable una mayor agitación en los mercados –y el colapso de la zona del euro será sólo cuestión de tiempo.



Copyright: Project Syndicate, 2013.

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