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Nubes en el horizonte de Chile Vamos

Antonio Correa Director Ejecutivo de IdeaPaís

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Los cambios en los últimos cuatro años, que van desde el surgimiento de nuevos partidos hasta la renovada valoración de las distintas tradiciones, apuntan a que la derecha es aún un conglomerado en construcción. Su positiva apertura para incluir una mirada socialcristiana a la conservadora y liberal ya presente, plantea –como en cualquier coalición– el desafío de fijar cuáles son los mínimos compartidos (¿por qué estar juntos?) y, desde ahí, definir los espacios de acción: ¿hasta dónde se puede ir?, ¿hay límites de convivencia dentro del pacto?

El éxito de Chile Vamos como conglomerado político depende, en buena medida, de su capacidad para administrar las diferencias internas. Aunque no faltarán tensiones durante los cuatro años que deberá gobernar, la presente discusión sobre el proyecto de ley de identidad de género nos ofrece quizás un ejemplo de cómo no se debería proceder.

Es claro que no hay una sola mirada ni en torno al tema ni en cuanto al proyecto y, por lo mismo, la incomodidad que ha producido una u otra posición era predecible. No haber preparado dicha contingencia es un error pueril para una coalición política que pretende gobernar exitosamente.

Agrava la falta el hecho de que cualquiera sabe que el tema resulta particularmente sensible para varios integrantes de la coalición. En una empresa común, si sé que a mi socio le importan en particular algunas materias, tendré especial cuidado en ellas… siempre que quiera seguir trabajando con él. De lo contrario, aprovecharé la coyuntura para profundizar nuestras diferencias y empujar el término de nuestras relaciones.

Pero la tensión ha llegado y ha sido muy mal manejada. Felipe Kast, luego de votar a favor en comisión, justificó su voto señalado que le parece “sorprendente y lamentable que algunos se espanten por el hecho de que haya algunos que creemos de verdad en la libertad”. Es decir, le ha mandado a decir a todos quienes se oponen al proyecto –también a sus aliados– que ellos no creen en la libertad. Un mensaje bastante fuerte dentro de una coalición de derecha y un mensaje muy duro hacia su propio presidente electo.

Dentro de una coalición como Chile Vamos la libertad constituye uno de esos mínimos importantes, por lo que usarlo como justificación sin profundizar en cómo se comprende es torpedear indirectamente las bases de la convivencia común. ¿Será la libertad para Kast pura autonomía? ¿Estaría dispuesto a señalar que todo lo que se pacte libremente está bien pactado? ¿Habrá libertad sin condiciones mínimas? ¿No admite un liberal ciertos fundamentos y, por lo tanto, límites a la libertad? La falta de una explicación más profunda, con mayor densidad, transmite la idea de que importa más mostrar la cara rupturista que la convivencia interna.

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